—Muchas gracias por dejarnos quedarnos aquí contigo. Sé que hemos venido sin avisar pero aprecio tu hospitalidad —dijo Robert—, agradeciendo toda la ayuda de Beatriz cuando los recibió en su casa con los brazos abiertos.
—Esto no es nada —dijo Beatriz—. Oliver, Levi —llamó a los niños y respondieron de inmediato.
—Sí, Sra. Invierno —respondieron.
—Sé que ambos deben estar realmente cansados. Sé que ya ha pasado su hora de acostarse así que quiero que ambos suban al piso de arriba. Hay una cama vacía allí por lo que pueden ir y dormir por la noche.
—Gracias Sra. Invierno —respondieron al unísono y corrieron escaleras arriba con sus pequeños pies.
En cuanto estuvieron fuera de la vista, Beatriz le preguntó a Robert con ojos interrogantes, igual que los que Emma también le estaba lanzando.
—¿Qué pasó? —Beatriz le preguntó—, observándolo de cerca mientras él se peinaba su pelo con frustración. —¿Quién te persigue? —preguntó directamente.
Suspirando en voz alta, Robert respondió,