—¿Por qué estás haciendo esto? —Erika preguntó de repente—. Me gustaría saber la verdadera razón detrás de la repentina obsesión de Adrian conmigo. Fue algo que surgió del arrepentimiento y llegó a esto.
—Sabes la razón, Erika, y no tengo que repetirla —Adrian respondió—. Solo tuviste que sobrecargarme esta mañana y la noche pasada haciéndome buscarte. ¿Ves esta herida que tu hermano, Felix, me hizo? —le preguntó mientras señalaba su ojo morado—. De repente llegó al club y me lanzó a través del techo —añadió apretando los dientes.
Por alguna razón, cuánto más recordaba esa escena, más enojado estaba. De repente se sentía como un cobarde. La hermana le había golpeado y también el hermano, comenzaba a ser molesto, pensó para sí mismo.
—Te lo mereces —Erika logró decir, sacando a Adrian de sus pensamientos.
—Tienes el valor de decir eso —respondió—. Y pensar que llamaste a la policía desde mi teléfono celular, debo decir, tienes valor —añadió.