Todos se habían reunido en la montaña, el campo de batalla. De un lado estaban los demonios, y del otro, tres dragones y un lobo blanco, como si estuvieran listos para desafiar a todo el reino del Demonio.
La mirada de Arlan buscó de inmediato a Oriana, quien estaba de pie junto a Tharzimon. El demonio sostenía su mano, y los ojos azules de Arlan se estrecharon al ver la escena, un feroz deseo de arrancar la mano del demonio fluyendo a través de él.
—No dejes que su provocación descarada te afecte —murmuró Drayce, percibiendo la agitación de Arlan.
Arlan tomó un profundo aliento, manteniendo su compostura.
Tharzimon, notando la reacción de Arlan se sintió contento y, soltó la mano de Oriana con una ligera sonrisa burlona. —Sobrenatural del mundo mortal, te ofrezco la oportunidad de salvarte. Regresa a tu reino y no vuelvas a entrar aquí —declaró Tharzimon, su voz goteando arrogancia y autoridad, claramente despreciando a Arlan y sus compañeros.