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—Ese otro testigo al que acabas de llamar mentiroso soy yo —declaró Arlan—. Aunque solo tenía cinco años, el recuerdo del asesinato de mi madre está grabado en mi mente como si hubiese ocurrido ayer. Puedo contarte todo —desde lo que mi madre y el asesino llevaban puesto, hasta cómo estaban parados, incluso la pieza de joyería más pequeña que llevaba mi madre.
La mujer no sabía qué decir y miró a Luis, quien la miraba fijamente, instándola en silencio a resolver la situación. Luis tampoco había esperado este giro de los acontecimientos.
Luis nunca había oído que Arlan hubiera sido testigo. No había registro.