Al salir de la cámara de Arlan, Oriana continuó bajando las escaleras, determinada a partir de este lugar. Su actitud resuelta y segura se mantuvo inalterada a lo largo del trayecto. Por el camino, cada sirviente que cruzaba su camino se inclinaba en deferencia ante la Princesa Heredera.
Su asombro ante su partida era evidente. Nadie dentro del palacio tenía conocimiento de su llegada ni de su presencia en la cámara del Príncipe durante la noche. Sin embargo, no se atrevían a expresar su confusión.
Al salir del edificio, Oriana emitió una orden a los caballeros estacionados afuera —Preparad una carroza para mí.
Dado que su llegada había sido discreta y sin previo aviso, no se había preparado ninguna carroza para ella. Kerry transmitió rápidamente su solicitud a los demás caballeros, todos los cuales mantenían una postura respetuosa en presencia de la Princesa Heredera.