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Xaviera Evans observaba en silencio su rostro dormido. Tras un momento, se inclinó y le besó los labios suavemente, susurrando con dulzura —Caleb, este es el mejor regalo que he recibido jamás. Estoy realmente muy feliz.
En el tiempo que estuvieron separados, mientras ella echaba de menos a Caleb, él también la extrañaba y estaba ansioso por volver a casa. Esa era la encarnación de su amor mutuo.
Xaviera se levantó lentamente y bajó las escaleras en silencio, donde vio a un igualmente exhausto Steve Price con enormes ojeras y una cara llena de resentimiento.