Delilah se quedó un rato mirando la lluvia después de que el auto de Bathory desapareció en el largo sendero hacia la salida de la mansión. El pensamiento de haber sido elegida por esa celebre familia hacía un eco profundo en su cabeza, pero entendía que las respuestas no se obtienen si se es impaciente, al ser tan diferente a los demás su futuro podría ir en una dirección o en otra.
Desde ese lugar se podía escuchar el ruido de la fiesta, el gran salón era lo único que resplandecía esa noche, su reflejo en los cristales de la puerta atrajo viejos recuerdos, aunque cuando se miraba así misma desde los pies, nunca había usado un vestido tan bonito en su vida, esa pequeña diferencia era suficiente para no aborrecer su propia imagen. Dio un profundo suspiro y se alejó de la entrada.
El recorrido hacia su habitación fue bastante lento, con su cuerpo sintiéndose cansado ni siquiera quiso pensar en encender las luces de los pasillos por los que caminó, tan solo se dejó consumir por la oscuridad.
Cuando finalmente había llegado a la puerta de su habitación, su vacía expresión fue remplazada por la sorpresa debido a un movimiento inesperado que aceleró su corazón.
Cerca de su cuello, un suave soplo paralizó sus sentidos y estremeció su cuerpo entero. Aunque hubiera podido gritar, el aire se le escapó y apenas fue capaz de no desmoronarse ante la impresión. Su nombre fue llamado, y su cuerpo se vio acorralado contra la puerta, creyó reconocer la voz que entonó su nombre, porque jamás podría olvidar el encanto en ella, aun si lo deseara con todas sus fuerzas.
Contuvo la respiración y se dio la vuelta. El aroma que despedía la fragante silueta era el habitual, ambas figuras crearon un acogedor silencio que se terminó cuando Caín alcanzó el abrigo negro que cubría su cuerpo, ella no fue capaz de ver su expresión sería mientras dejaba caer al piso la capa, como si no tuviese el menor valor, incluso pareció que la fuerza con la que lo lanzó no le fue suficiente.
Caín era un joven que respetaba las reglas mucho más que cualquiera por lo que tratar de esa manera el abrigo de un Bathory fue completamente irracional.
Luego Delilah fue arrastrada dentro de su propia habitación, aún estaba confundida, pero era Caín quien la llevaba hasta la cama, eso debería tranquilizarla.
La habitación estaba fría, Caín lo había notado y a pesar de eso, se aseguró de poner esa pequeña espalda femenina contra su pecho para bajar el cierre del vestido de un solo movimiento. El corazón de Delilah se aceleró con la suave caída de la tela deslizándose sobre su piel, desprendiéndose casi al instante de ser desabrochado, pero no se resistió. La forma en que los delgados y largos dedos de Caín la desnudaron le provocó una extraña sensación de ansiedad que apenas podía disimular.
—Me siento incómodo porque te ves verdaderamente hermosa,
Nunca esperó escuchar tales palabras aún en esa situación tan desventajosa y al sentir su toque delineando la piel de su hombro desnudo, hizo un débil esfuerzo por apartarse.
—Decirte algo como esto puede ser inesperado, pero incluso si me odias... Delilah...
Los ojos de la chica se habían acostumbrado a la oscuridad y podría asegurar que la figura de Caín era perfectamente visible. Lucia demasiado atractivo como para negar que le gustaba.
—Tan solo esta vez quiero estar cerca de ti... a esta distancia es suficiente
Él se acercó de nuevo seduciéndola inevitablemente. En esa posición era imposible que no estuviera interesada en sus labios y tal deseo le creo un indiscreto dolor en el pecho. Su cuerpo entero fue obediente y para cuando las manos de Caín aprisionaron su rostro, el tan esperado contacto con sus labios la estremeció infinitamente.
Era algo que, sin saber, había deseado y que sobrepaso sus expectativas. Sus labios estaban fríos, pero eran suaves. Instintivamente su respiración se agitó y la sensación que recorrió su cuerpo se sintió incontenible. Ese apasionado beso sofocó su pecho y quebrantó su fortaleza.
La orilla de la cama no pudo retenerla y su cuerpo cayó sobre la suave superficie, llevándose consigo el pesado cuerpo de Caín.
Las cosas no eran tan fáciles como tan solo aceptar su evidente atracción mutua. Los recuerdos de su pasado siempre lo atormentaban cuando tenía la determinación de acercarse a una mujer, pero cuando estaba tan cerca de esta chica, la mente se le ponía en blanco y el desenlace sería uno qué ninguno deseaba.
—No quiero jugar contigo.
En ningún momento Caín fantaseo con qué esa chica le perteneciera, y no podía dejarse arrastrar tan solo porque su pecho se sentía tan sofocado. Abandonó el gran salón sin despedirse del conde y sin disculparse con Eilith, pero ahora era tarde para pensar sobre eso.
Lo mismo sucedió el día en que escuchó que se había vuelto cercana a Raguel, él no tenía que comprobar o preguntar nada, el solo hecho de que ella no lo rechazara era suficiente. Incluso ahora con solo estar sobre la misma cama a su lado, le bastaba. Acarició su rostro y ahogó su respiración una vez más acercando sus labios, pero al final el tan solo permaneció en silencio por un buen rato y antes de cerrar los ojos le susurro al oído:
—Está bien si me abrazas cuando me veo tan lamentable, eso es lo único que quiero de ti.
Sus palabras se sintieron como un frío hielo sobre su piel cálida, ¿qué se suponía que significaba aquello? Delilah no debería haber esperado nada y por alguna razón su pecho afligido se apretó.
Caín simplemente se quedó dormido. Desde ese momento hasta ahora, no había forma de saber cuánto tiempo había transcurrido, pero su corazón no dejó de latir descontroladamente.
En verdad estaba agotada, quería cerrar los ojos también, pero no era capaz de lograrlo cuando miraba ese rostro adormilado. Ese momento en que podía apreciarlo tan de cerca, sintió que debía ser atesorado, porque sus miedos continuaban creciendo cuanto más grande era su conexión con él.
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