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| CAPÍTULO DIECISÉIS. |
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Aquel día había quedado en el pasado para ambos pelinegros. Después de una pequeña advertencia por parte del Riddle hacia el Potter y la Abott, estos no volvieron a intentar nada más.
Los días habían pasado tan rápido, el ciclo escolar en Hogwarts había llegado a su fin. Y ahora Ailén tenía que regresar a hogar con sus padres.
Lo pensó por un momento. No tenía que ir con sus padres obligatoriamente.
Podría hospedarse en el caldero chorreante y ahí pasar las vacaciones. Les diría a sus padres que estaría en casa de una amiga y su escapada estaría encubierta.
El camino no fue tan largo, al menos para ella. Estar en compañía de sus amigos le agradaba, estaba feliz de que el resto del año fuera agradable y sin problemas.
Llegando a la plataforma 9¾, la pelinegra y sus amigos bajaron del tren. Tom y ella se despidieron de sus amigos y atravesaron el muro que conectaba la plataforma 9¾ con la estación muggle.
-¿Iras con tus padres?- preguntó el Riddle
Parecía que aquel chico siempre le leía la mente.
-¿Tengo que hacerlo?- le miró ella con una sonrisa divertida
-No lo se, dependiendo de que tan malos sean tus padres- respondió mirando al frente -Sino vas a ir con ellos. ¿Dónde te quedarás? ¿En el caldero chorreante?- le dijo mirándola
-¿Cómo es que sabes todo? ¿Lees mi mente?- le miró confusa la chica, este no le respondió -Y si, si me quedaré en el caldero chorreante- respondió a la pregunta del Riddle
Este asintió. Aunque quisiera no podría ir con ella. El orfanato se daría cuenta al no estar. Aunque sabía que a ellos no les importaba lo que le pasará; si estaba herido o no, si estaba muerto o vivo. No les importaba en lo absoluto.
Al estar en la entrada de la estación King Cross, ambos tomaron caminos separados. Tom se dirigío al orfanato y Ailén camino hasta el bar que conectaba al callejón Diagon con el mundo muggle.
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Los días para Ailén eran tranquilos. Leía en la librería Flourish y Blotts, caminaba por el callejón Diagon y compraba unas cuantas cosas con el dinero que tenía guardado.
Cada vez que pasaba por el banco Gringotts, sentía la gran necesidad de entrar. Pero sabía que no le serviría de nada, pues ella era una nacida de muggles. No tenía familia mágica que tuviera una bóveda.
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En un día como cualquier otro, la pelinegra se levantó y arreglo para salir. Como siempre se dirigio a la biblioteca, sentándose a leer un libro de artes obscuras; había sido una maña que lamentablemente había adquirido de su pelinegro amigo. Las artes obscuras era esa magia tan interesante que ambos les llamaba la atención.
Un hombre la observó a lo lejos, el sombrero beige que traía puesto le cubría un poco la cara, y llevaba una túnica un tanto sospechosa. Miraba a la pelinegra con gran curiosidad, aquella chica le resultaba familiar; sentía que ya la había visto antes pero. ¿Cuándo?
Se acercó aún más para analizarla, se parecía demasiado a su ex prometida y amiga Leta Lastrange. Se sorprendió, y camino hasta ella. Tenía que saber si aquella chica era la hija de aquella mujer de pelo azabache que alguna vez había amado.
Si realmente era ella, tenía que saber la verdad y entregarle lo que su madre le había dado a guardar antes de su extraña y repentina muerte.
-Disculpe señorita- se dispuso a hablar aquel hombre tan misterioso
Ailén lo miró apenada, había prometido al dueño pagarle cada vez que leyera un libro; pero en ese momento no tenía dinero, se había quedado sin galeones. Muy apenas le habían dejado quedarse en el caldero chorreante por una semana más.
-Lo lamento señor- dijo ella confundiendo al hombre -No tengo dinero para pagar el libro...- agregó apenada -Pero le prometo pagarle cuando tenga el dinero-
-No soy el dueño- le respondió el hombre con una leve sonrisa -Te vi cuando pasaba por aquí, te pareces mucho a una amiga que tuve cuando era adolescente- explicó -¿Cómo te llamas?- le preguntó mientras le miraba
El hombre ya se había quitado el sombrero, su mirada le daba confianza a la pelinegra. Pero seguía esperando a que la voz le susurrara si era buena idea confiar en el.
-Confía
No tuvo que esperar mucho pues Leta se hizo presente rápidamente.
-Soy Ailén Rodríguez- respondió con una sonrisa y un tono educado
El hombre estaba más que convencido de que aquella pelinegra era la hija de su amiga. Pero tenía que estar 100% seguro de que realmente era ella.
-Un gusto Ailén, soy Theseus Scamander- se presentó con una leve sonrisa -Quiza conozcas a mi sobrino Jacob Scamander-
-Oh si, es un chico muy amable y extrovertido- respondió ella en forma de alago -Es un gusto señor Scamander- sonrió
-Hay algo que tienes que saber- dijo en un susurró -Acompáñame a Gringotts- agregó con una expresión seria
La chica asintió mientras se levantaba. Sabía que no debía confiar en un desconocido, pero Leta jamás se equivocaba. Ambos se dirigieron a Gringotts, donde entraron y rápidamente fueron atendidos por un duende
-¿Que se les ofrece?- preguntó el duende con cara de pocos amigos
-Venemos a saber la herencia de ella- respondió el Scamander mientras tomaba a la pelinegra de los hombros
El duende les miró por unos segundos para bajar del podio donde se encontraba.
-Síganme- ordenó mientras comenzaba a caminar hacia una oficina
Ya en aquel lugar el duende camino hacia una estantería llena de pergaminos en un orden relativamente específico; saco uno y se dirigio hacía ellos.
-Así que quieres saber tu herencia ¿No es así, niña?- miró a la pelinegra con seriedad
-Así es- respondió con firmeza
Estaba algo confundida. No entendía porque aquel hombre la llevaba a ese lugar. ¿Qué era lo que tenía que saber?
El duende colocó el pergamino vacío en la mesa y luego miro a la chica.
-Para saber tu herencia solo tienes que dejar caer unas gotas de tu sangre en el pergamino- explicó ganándose una mirada sorprendida de la chica
Suspiró mientras tomaba el cuchillo que el duende le extendía, corto un poco su dedo índice y dejó caer las gotas de sangre en el pergamino. Tal y como el duende le había dicho.
Las letras pronto comenzaron a revelarse dejando ver su información personal.
NOMBRE ADOPTIVO: Ailén Elizabeth Rodríguez Salazar
NOMBRE BIOLÓGICO: Ailén Evelyn Lastrange Gryffindor
PADRES ADOPTIVOS : Marcus Rodríguez y María Salazar
PADRES BIOLÓGICOS: Eduardus Gryffindor y Leta Lastrange
PADRINOS: Arcturus y Melania Black
FECHA DE NACIMIENTO: 10 de Abril de 1926
EDAD: 16 años
PAREJA DESTINADA: Tom Marvolo Riddle
CONTRATÓ MATRIMONIAL: Fleamont Potter (contrató hecho por Albus Dumbledore y la Familia Potter)
NÚCLEO MÁGICO: 80% bloqueado por Albus Dumbledore
MANEJO DE MAGIA: Normal
MAGIA SIN VARITA: 100% bloqueado por Albus Dumbledore
HERENCIA:
-Casa Lastrange
- Bóveda de Leta Lastrange
- Mansión Gryffindor
- Casa Gryffindor
- Hogwarts casa Gryffindor
- Bóveda Gryffindor
- Espada de Godric Gryffindor
La pelinegra se quedó perpleja al leer el pergaminos. Su vida había sido una mentira, ahora entendía porque nunca había sentido tango apego a sus "padres".
Ahora comprendía que todo lo malo que le había pasado con Tom había sido planeado por Dumbledore, ese maldito solo buscaba separarlos.
-¿Cómo puedo desbloquear todo lo que esta bloqueado?- le preguntó Ailén al duende
-Eso es fácil- respondió mientras guardaba el pergamino -Dame tu mano- agregó dejando el pergamino enrollado por un lado
La pelinegra le dio su mano derecha y el duende la tomó. Comenzó a hacer círculos brillosos haciendo que aparecieran tres candados que comenzaron a abrirse lentamente.
-Al principio te sentirás mareada, pero es porque tu cuerpo no esta acostumbrado a tu poder- explicó mientras le entregaba el pergamino -Sobre las bóvedas. ¿Tienes las llaves?-
La chica estaba apunto de negar cuando el Scamander a su lado la detuvo y le entregó al duende las dos llaves que Leta le había dejado a su poder.
-¿Por qué las tiene usted señor?- preguntó confusa la chica
-Tu madre y yo éramos buenos amigos, ella me las dejó cuando murió. Me pidió que te las entregará cuando te encontrará- explicó con una sonrisa
Ambos comenzaron a seguir al duende, la pelinegra había guardado el pergamino en su bolso sin fondo, quería contarle a sus amigos todos sobre lo que había descubierto en ese verano tan interesante.
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Ahora entendía todo, sabía que no debía confiar en Dumbledore. Pero tampoco podía creer que estuviera detrás de todo lo malo que le pasó, le había ocultado sus orígenes tanto a ella como a Tom; su herencia y quería que ambos pelinegros se dejarán. Pero ahora que sabía la verdad, no caería más en los trucos del viejo.
Pero, necesitaba desenmascarar a Dumbledore y para eso necesitaba ayuda de sus amigos.
Esperaba con ansias volverlos a ver, y poder contarles la verdad.
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