Lo que una vez fue la llanura nevada ahora brillaba con un color rojo brillante. Las llamas llenaban la totalidad de su superficie, y sus lenguas se elevaban hacia el cielo, iluminando las áreas cercanas.
Las llamas parpadeaban y temblaban en la noche sin dispersarse jamás. Era como si la lanza del Rey Elbas hubiera dado a luz a un fuego perpetuo que nada en el mundo podía suprimir.
Los expertos que observaban la batalla notaron las características extrañas de las llamas.
La región nevada que contenía la alta montaña no sufría por el aumento de temperatura. El fuego tampoco afectaba al mar más allá de la costa.
La lanza había creado una jaula ardiente que aislaba esa región del mundo exterior. En cuanto a la condición real de la tierra, solo el Rey Elbas podría saberlo.
Perseguidor Demoniaco miraba el escenario ardiente mientras la Anciana Julia esperaba sus directivas. Ambos habían compartido el peso de la Técnica de Copia, pero ahora ella no tenía opciones.