—Noah no se olvidó de la nación Odrea y su Mausoleo —admitió—. De hecho, le interesaba la naturaleza de ese lugar.
—Al principio, había aprendido a aceptarlo como un área de entrenamiento que el Imperio usaba para depurar su ejército. La historia oficial decía que un rival del dios del Imperio había perdido la carrera hacia los rangos divinos. Eso hizo que toda la nación sufriera por ello.
—Sin embargo, eso era solo el conocimiento transmitido por los cultivadores humanos. Los registros recuperados en el Palacio Mortal habían mostrado algunas discrepancias en esa historia.
—Si ambas historias fueran ciertas, la nación Odrea habría estado en ese estado por más de treinta mil años, algo que Noah encontraba difícil de creer. Una organización formada solo por unos pocos miles de cultivadores humanos no podría haber durado tanto.
—Había algún secreto allí. Aun así, la presencia del dios del Imperio había obligado a unos pocos expertos curiosos a renunciar a su exploración.