—Seguramente volveré antes de que los chupetones desaparezcan —afirmó Fu Hang.
Cuando Shen Yan lo oyó decir eso, no pudo evitar reír. Empujó la maleta con Fu Hang sin dudarlo después de abrir la puerta.
—¿Ya te cansaste de mí? —preguntó Fu Hang mientras arrastraba la maleta hacia la puerta y fingía lloriquear.
Shen Yan se apoyó en la puerta, su mirada se posó en la cara de Fu Hang. —Se está haciendo tarde —dijo apresuradamente—. Deberías haber bajado antes. ¡Creo que el Secretario Lin te ha estado esperando bastante tiempo!
Sus orejas se tornaron ligeramente carmesí al darse cuenta de que Fu Hang no tenía intención de irse. —Está bien, te echaré de menos —agregó.
—Bien, ya me voy —comentó contento Fu Hang.
—Sí, sí. ¡Apúrate e vete!
Fu Hang llevaba su maleta al ascensor cuando Shen Yan asintió. Después de que él entrara en el ascensor, ella cerró la puerta con llave y regresó a su habitación.