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Sosteniendo su aliento, Alicia esperaba su respuesta con el corazón en la boca.
Recordó su confesión de esta mañana. Cuando le dijo que había querido que la llevara con él al infierno para poder amarlo allí para siempre. Aún no había recibido ninguna respuesta a eso debido a las muchas interrupciones que seguían teniendo.
Sin embargo, mientras estaba en la carretera, Alicia se había dado cuenta de que seguirla al infierno no era posible. Porque ya había sacrificado su única oportunidad de abandonar este mundo. Y que ya no podía ir a ningún lugar, ni al más allá y definitivamente tampoco al infierno.
Eso significaba que estos pocos días eran todo lo que le quedaba con él.
—Ezequiel... —susurró su nombre, deseando que él hablara y le diera una respuesta.