Kelly luchaba contra las emociones que amenazaban con abrumarla. Silenciosamente tragó saliva, esforzándose por no dejar que las lágrimas inundaran sus ojos.
Sus ojos se fijaron en él mientras seguía acercándose, muy lentamente y con cuidado como si caminara sobre un suelo lleno de minas enterradas.
El hombre que estaba frente a ella le quitaba el aliento. Parecía un forajido en fuga, y oh dios, su aspecto desaliñado parecía sinuosamente más sexy que su habitual aspecto de caballero siempre tan pulcro y compuesto. No podía precisar qué era, pero Kelly podía decir que algo había cambiado en él. Y parecía que no podía llamarle su pequeño dulce pastelito en ese momento porque en ese momento, él era... diabólicamente hermoso y... peligroso.
Antes de que Kelly pudiera alcanzarlo, Kai apretó los dientes, mientras un pequeño músculo en su mandíbula se tensaba. Podía ver la guerra que se libraba en su interior, y él se giró hacia la puerta.