Alex saltó con un pequeño golpe en el suelo antes de estirar sus brazos y ayudar a su pequeña fruta a bajar al suelo.
Vió que alguien se acercaba hacia ellos y cuando el hombre extendió la mano para tomar las riendas y alejar al caballo, Abi de repente se aferró al cuello del caballo, como si no quisiera separarse de él.
Cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer, aclaró su garganta, un poco avergonzada. Este caballo no era suyo…
—Uhm… Alex… ¿a dónde lo llevan? —preguntó entonces, pero Alex, que observaba su reacción con cierto divertimiento, decidió bromear con ella de nuevo.
—No lo sé. Tal vez lo vayan a vender o llevar al matadero…