Una vez ya hemos tenemos claro qué hacer con talismanes y brazaletes, llega el siguiente punto. Yan Xiulan nos enseña el pequeño piercing. Su capacidad es menor a la del brazalete. Pero más que suficiente para el propósito. Solo queda probarlo.
–Esclava, eso está sucio, ven a limpiarlo– ordeno, intentando sonar déspota.
–Se te da bien. Casi te odio– se burla Pen en voz baja.
–He tenido muchos maestros– suspiro.
Ken se acerca a limpiar los restos del talismán. Nos mira de reojo. Sabe que estamos tramando algo. Demasiado tarde. Pronto se ve rodeada. Oculta a otros ojos.
–Abre la boca. No te resistas– la amenaza Bei Liu, queriendo sonar malvada –. ¡No me pises!
Ken sonríe. Le saca la lengua un momento. Luego abre la boca. Dejando que le hagan un pequeño agujero. Debe de doler. Fen Huan dice que solamente es un pinchazo. Que se alivia enseguida con qi. Parecía decepcionada. Espero que sea así.
Le colocan la joya. Es alargada. Bajo el labio. Bajo los dientes. Por dentro.
–¿Duele?– pregunta Bi Lang, preocupada.
–Está bien. No molesta. Ya veremos cuando la lleve un rato– responde Ken, que ya estaba avisada de antemano.
–Pruébala y nos dices– le pide Xiulan.
–Claro. Y gracias.
Nos lo dice a todos. Aunque me mira a mí un poco más. A Yan Xiulan. Y a sus amigas pervertidas. Luego se va a seguir limpiando. No puede permanecer aquí mucho.
–Xiulan'er. Me han preguntado si es posible compartir un brazalete entre gemelos o mellizos– inquiero.
–Eso es una pregunta difícil. De entrada no, el qi es diferente. Aunque se dice que tiene más similitudes. He oído que hay runas que podrían permitir algo parecido, pero no sé mucho de ello. Lo siento. Ye Bi, ¿tú sabes algo?– pregunta nuestra joyera.
–Tch. ¿Cuántas veces te he dicho que me llames Bi'er? No te pienso contestar hasta que lo hagas– se hace ella la enfadada.
Las demás sonríen. Yo también. Sabemos que Yan Xiulan es tímida. Y que Ye Bi es en cierta forma su superior. Tiene más cultivación y conocimientos en runas. Sus facciones, sus profesiones, son distintas. Pero Xiulan la considera así.
Lo que pasa es que Ye Bi no quiere ese trato. Y a menudo se molesta. Aunque sea un enfado ficticio.
–Ah… Ye Bi… Digo… Bi'er… Por favor…– rectifica nerviosa y algo ruborizada.
–Eso está mejor…– sonríe Ye Bi –Como dice Xiulan'er, no es una pregunta fácil. En realidad, se pueden hacer talismanes para que los usen dos personas a la vez. Así pueden sumar el qi. Pero es muy complicado. Si el qi es próximo, como hermanos, es algo más fácil. Si son gemelos, todavía debería facilitarlo más. El principal problema es que hay que hacerlo exclusivamente para ellos. Se tiene que pedir una muestra del qi de cada uno y aplicarlo al talismán. Para joyas, debe de ser parecido. Aunque un poco pronto para Xiulan'er. Nunca lo he hecho, pero no podía ni intentarlo hasta que era capaz de grabar dos símbolos juntos– explica.
–Ya veo. Bueno, solo era una pregunta que me hicieron. Gracias por la aclaración– les agradezco.
Las gemelas no podrán tener sus brazaletes compartidos. Aunque sería interesante un talismán más potente. Se lo puedo proponer.
–Si te interesa, les puedo pregunta si quieren un talismán. Aunque aún no han llegado a Alma, no les debe de faltar mucho– le propongo a Ye Bi.
–Podría intentarlo, sería interesante. Aunque hay dos problemas. El primero es que no puedo garantizar que lo consiga. Podría estropear los materiales, y no creo que se quieran arriesgar. El segundo es que no puedo hacer que sea usable antes de Alma– explica Ye Bi.
–Ya veo. Ya se lo diré. Cuando lleguen a Alma, igual quieren probar. Son un poco malgastadores– río –. ¿Cuánto costaría?
–No estoy segura. Creo que alrededor de 10.000 puntos. Un talismán equivalente a un ataque en la etapa siete sería lo máximo que podrían controlar, aunque se quedarían sin qi. Ya te lo diría exactamente si consigues a alguien que tenga ganas de tirar puntos.
No sé si es barato o caro. Lo cierto es que un talismán así puede salvarnos la vida. Por mucho que sea de un solo uso. Cuando suban, se lo pediré. Unos pocos. Espero que de aquí a unos meses.
–¿Por qué estás tan alejada de Kong? El otro día en la cita os cogíais de la mano– provoca Bei Liu a Yan Xiulan.
–¡Liu'er!– protesta esta, sonrojándose.
–Oh. ¿Una cita? ¿Qué pasó?– Pregunta Ye Bi, interesada.
–¡No pasó nada!– se apresura a negar nuestra joyera.
–Cierto. Cogerse de la mano no es nada. ¿Qué dijo de un crep y un besmmmmm?– interviene Bi Lang, a la que tapa la boca.
–Parece interesante. Contadme más– les sigue el juego Ye Bi.
Al final, no la exponen mucho más. Aunque están un rato provocándola. Haciéndola avergonzarse. Quisiera ayudarla, pero no sé cómo. Creo que les confesó demasiado. Por suerte para ella, empiezan a llegar estudiantes.
Yo me alejo de ellas hasta que se calmen. O me veré envuelto.
–Kong, no huyas– ríe Pen.
No le hago caso. Además, así Xiulan'er podrá hablar más libremente. Sé que quedándome la pueden provocar más.
–Hola, ¿cómo es que no estás con tu novia? ¿Os habéis vuelto a pelear?– le pregunto a Xu Siyu.
Desde que me lo encontré en la cola para ser interrogado por la expedición, podría decirse que somos amigos. No muy íntimos. No como Tai Feng. Pero sí nos llevamos bien. Lo suficiente para poder hacerle esa pregunta.
–No. Bueno, sí. Pero hicimos las paces. Ya sé, ya sé. Otra vez. No puedo estar con ella, ni sin ella– se queja.
El principal problema con su novia es que los dos son muy sociables. Y también celosos. Ella se enfada cuando se entera de que él ha estado hablando con alguna chica. Y lo mismo al revés. Mis pervertidas dicen que los dejemos estar. Que eso tienen que solucionarlo ellos.
–Si no confías más en ella, nunca acabaréis de pelearos– le aconsejo.
–Díselo a ella– refunfuña.
–No puedo. Te pondrías celoso– me burlo.
Él me da un golpe en el hombro. Entre mosqueado y avergonzado. Aunque no es muy fuerte. Luego se ríe. Quizás de sí mismo.
–Ah, ya ha llegado. Nos vemos– se despide de repente.
Suspiro. Los veo a los dos caminar hacia el otro. Besarse con suavidad. Les da vergüenza hacerlo más intenso en público. En privado, han llegado a bastante más. No creo que me haya mentido.
De hecho, eso le ocasionó un problema importante. La familia de ella es muy conservadora en lo que respecta al sexo. Querían que ella volviera inmediatamente. No sé muy bien para qué. Ya no tenía remedio. Aunque no pueden obligarla a salir de la secta. Así que ella pudo negarse. Negociar con su familia.
Al final, se han prometido. Él está encantado con ese arreglo. Excepto cuando se pelean. Hay que decir que su pelo rojo y el verde de ella tienen un curioso contraste.
Los que no tienen novia los miran con envidia. Un par son nuevos. Miran de reojo continuamente al otro lado. Donde están las chicas. A las que se han acercado mis pervertidas. Parece que se han cansado de burlarse de Yan Xiulan. Que está hablando con Ye Bi, Pen y Fen Huan.
Después, fuerzan algunas presentaciones de los nuevos. Hacen que los "solteros" hablen con las "solteras". Que se conozcan. Si hay alguna posible pareja, les dan la oportunidad de hablar algo más apartados. No sé muy bien cómo lo consiguen. De cada encuentro, han salido un mínimo de dos. Si después duran o no, ya no es cosa de mis queridas pervertidas.
Bueno, al menos no siempre. No es la primera vez que les piden que hagan de intermediarias. Por algún enfado. Por algún malentendido. Ellas se ríen al explicarlo. Y se enfadan cuando realmente no ha sido un malentendido. De hecho, hay al menos tres estudiantes que no creo que vuelvan por aquí. Dos masculinos y una femenina.
Tanto Bei Liu como Bi Lang han sido promiscuas. Han tenido varios novios. Pero nunca han engañado a ninguno. No les parece mal que alguien tenga más de una pareja. Pero sí que lo hagan a escondidas. Está bien si la pareja lo acepta. Si no, o se rompe o se abstiene. Si mienten a su pareja, no esperen que ellas los ayuden. Si les mienten a ellas, que no esperen que les vuelvan a dirigir la palabra.
Lo que no sé cómo consiguen es que Xiulan'er me dé un beso en la mejilla delante de ellas. De despedida. Roja. Luego se va bastante rápido. Más tarde me entero de que ha sido cosa de Ye Bi. Aunque no sé qué le ha dicho.
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Al día siguiente, mi princesita Wei me llama por primera vez "Non". Es adorable. Señalándome. Ríe cuanto la cojo y le beso sus mejillas. Cuando la hago girar por el aire. O cuando la suelto y la cojo. Le encanta que le acaricie la cabecita. Añadiendo un muy ligero qi.
Las chicas ríen y se burlan. Aunque la mayoría hizo algo parecido. Yo he sido el último. Con ellas están más tiempo. Incluso "Abipa" y "Pepob" ya tienen hombres. He perdido ante una tigresa y una rata.
Lo peor es que ya está aprendiendo a ponerse de pie. Es un pequeño terror. Han tenido que dejar todas las armas en el Almacén. Y vigilarla que no se meta en el agua con las salamandras.
Antes, se turnaban para cuidarla. Para que su madre no tuviera tanto trabajo. Que pudiera dormir. Ahora, se turnan para vigilarla.
Las salamandras no la atacan. Pero son venenosas. Aún es pronto para acostumbrarla. Aunque ya tocó una. Y su mano se hinchó. Estuvo llorando un buen rato. Suerte que el qi ayudó.
–¿Desde cuándo te llamas igual que yo?– se queja Song, divertida.
–¿Algún problema, mi querida Non?– la abrazo y la beso.
–Yo no me llamo igual, pero también puedes besarme– se ofrece Liang, también riendo.
–Envidiosa. Todas vosotras– las critica Song.
Las demás también se ofrecen. Entre risas.
–Dais un mal ejemplo a Wei– se queja Shun.
–Tápale los ojos– sugiere Yi, entre risas.
–¿Y mi beso?– vuelve a quejar Shun.
–Déjamela, yo le tapo los ojos– se ofrece Yu.
Shun se la da. Sabe que ha aprovechado para cogerla. A Yu le encanta consentir a la niña. Claro que no es suficiente con que no mire al cabo de un rato. De un beso inocente pasamos a besos más profundos. A meternos mano.
Así que acabo devolviendo a la niña con Yu. En cuanto desaparecen, me atacan todas. Sin piedad. Me faltan manos. Por suerte, no dura mucho. Y deciden tener sexo una a una. Por alguna razón, todas deciden ser salvajes. Apasionadas. No darme tregua. Una tras otra. Chocan las manos cuando se relevan. Malvadas…
La única excepción es Yu. La última. En una íntima sesión especial. Muy íntima. Muy especial. Muchos besos, caricias, gemidos. Cuerpo contra cuerpo. Labios contra labios. Pene contra vagina. Saliva contra saliva. Y algún que otro mordisco.
Parece que ya está un poco más tranquila. Las dos. Antes se encontraban un poco decaídas. Siempre les pasa cuando reciben o escriben una carta a su familia. Se acuerdan de cómo las han tratado. O a sus padres, ahora que están enfermos. A pesar de lo mucho que han hecho estos por la familia.
Han descrito en la carta todo el supuesto proceso. Que fueron a las cabañas de sus primas. Que una estaba vacía. La otra habitada por una estudiante. Cómo supieron dónde investigar. Y que finalmente averiguaron que habían desaparecido en una expedición. Hacía más de nueve meses.
También que había paquetes pendientes de entregar para su prima. Y que ellas no podían recogerlos. Que tampoco los necesitaban, fueran lo que fueran.
En cuanto a encontrarse con sus prometidos, han dado largas. Han dicho que están centradas en cultivar. Han recalcado que han llegado a la etapa cinco. Y que van en buen camino para la seis. En realidad, están en la nueve. Confían en que la familia se queden un poco a la espera de su evolución
Antes de ello, enviaron otra carta a sus padres. En ella, había una receta que supuestamente habían encontrado para su tía. Para que le echara un vistazo.
En realidad, era un mensaje en clave. Tiene cierto riesgo, pero no podían sentirse bien si no la informaban. En teoría, solo puede descifrarse con una sangre compatible con la imbuida. Y solamente quien la tenga se dará cuenta de que hay algo más. Es decir, la madre de Wan.
No es barato. Ni fácil de conseguir. Nos ha costado meses encontrar esa tinta especial. Apenas unas gotas que mezclar con la sangre de nuestra alquimista. Para poder escribir un mensaje corto. "Estoy bien, Wan'er".
No deja de ser curioso. Después de escribirse, el mensaje se difumina. La tinta se separa por toda la hoja. Casi invisible.
Con la sangre adecuada, volverá a congregarse por unos minutos. Se supone.
Por la noche, descubro que tenían razón. Me ha vuelto a llamar. Jiao me acompaña a ver a Da Ting. Quien me sirve té. Parece un poco incómoda. ¿Quizás no sabe de qué hablar? Bien, lo intentaré. Se lo prometí. Y la verdad es que me da un poco de pena. Es muy amable. Solo que algo insegura, o tímida.
–La verdad es que no sé mucho de té, pero está bueno. Las pocas veces que lo he probado, no se podía comparar a este– aseguro.
Por no hablar de que el primero que hizo Ma Lang estaba muy aguado. El segundo, quemado. El tercero, se podía beber, pero estaba amargo y no tenía mucho sabor. Sigue practicando. Soy uno de sus sufridos catadores. Como compensación, tengo sus suaves pechos.
–Este té es uno de los mejores que pueden comprarse en la ciudad. Tiene un sabor suave, y es bueno para la circulación del qi– me explica.
–Oh. Debe de ser muy caro. ¿Está bien dármelo?– pregunto, un tanto preocupado.
Solamente soy un estudiante. Un exesclavo. Por lo que dice, tiene pinta de ser valioso.
–¡No seas como ellas! ¿Sabes lo que me costó convencerlas? ¡El té es para tomarlo en compañía! Y así tengo una excusa para beberlo– asegura, un tanto irritada.
Creo que lo último lo dice para que no me sienta culpable. Pero eso no significa que no pueda bromear un poco. A ver si se relaja. Está un poco tensa.
–Así que me usas como excusa para beber té. Ya veo, ya veo– intento parecer artificialmente enfadado. Lo exagero para que quede claro que es una broma.
–Claro. El problema es que no vienes lo suficiente. Debería darte vergüenza. A veces quiero tomar té, y no estás para servirme de excusa– me sigue la broma.
Vaya. Tiene más sentido del humor del que creía. Un poco de confianza y se ha relajado. Me sigue la broma. Es bueno.
–Podrías contratarme. ¿Cuánto cobran los excusistas de té?– pregunto inocente.
Ella se ríe. Tose.
–¡Casi me atraganto por tu culpa!– me acusa, aunque sonríe.
–Mientras no se lo digas a ellas. Me torturarán si se enteran– me hago el aterrado.
–Mmm. No sé, no sé– hace como si dudara.
Parece divertirse. Bueno, la verdad es que es una niña. Una niña forzada a ser la discípula principal de la maestre ilusoria. Debe de tener bastante presión.
–Dime, ¿es difícil hacer té?– pregunto.
–Bueno, hay ciertos rituales. Pero aún no les he aprendido. Por ahora, solo me preocupo de que hierva a la temperatura y tiempo adecuados. Mi maestra sabe mucho más, así que me lo dice de antemano– confiesa.
–¿Rituales? Vaya, es más complicado de lo que parece.
–Sí. Verás…
Al final estoy casi una hora con ella. Hasta que se da cuenta y casi me echa. Preocupada de hacerme perder mucho tiempo. Tengo que tranquilizarla. Asegurarle de que solo me cortarán a trocitos por tardar tanto. Se ríe.
—————
–Bien hecho. Demasiado bien. Has estado casi una hora– se sorprende Jiao.
–Bueno, es lo que tiene hablar del té– me encojo de hombros.
–Oh, buena elección. Espero que no haya sido aburrido– se preocupa.
Creo que teme que me haya forzado a hablar con ella. Que pueda tener una mala impresión, quizás aborrecerla. La verdad es que no. He estado muy atento. Tengo que contarle todo lo que pueda a Ma Lang.
–Qué va. Es divertida cuando se relaja un poco. Tiene sentido del humor– alabo a su dueña.
Me mira. Me sonríe. ¿Por qué no sonríe siempre? No puedo evitar detenerla y besarla.
–Ah, para, nos podrían ver…– se separa con timidez.
–Vale, vale. Seguiremos dentro– la amenazo.
Me saca la lengua. Se va un poco más rápido. La sigo. Abre y la puerta y entra corriendo.
–Socorro, me persigue– pide ayuda.
Pero es demasiado tarde para ella. Consigo agarrarla de la muñeca. Atraerla hacia mí. Besarla.
–¡Eso es hacer trampa!– protesta su hermana.
–¡No es tu turno todavía!– se queja Dandan.
–¡Se ha colado!– la critica An.
–Ya le haremos pagar…– amenaza Sai.
Todas sonríen. Bromean. Lo cual no nos salva de que nos ataquen. Nos desnuden. Me besan. Ella recibe cosquillas.
No es hasta una primera ronda que Jiao les explica que he estado una hora dentro. Me interrogan. Solo les digo que hemos hablado un poco de té.
–Si queréis saber más, preguntarle a ella– intento escabullirme.
–Eso haremos.
–No se va a escapar.
–Lo va a confesar todo.
Lo dicen en serio. Parece que su relación con Da Ting es más estrecha de lo que creía. Sus amenazas son sin malicia. Como si se tratara de otra de ellas. De una amiga querida. Quizás una hermana pequeña. Bueno. Mis mejores deseos. Suerte.
Las tres hermanas están a punto de subir de nuevo. Suben una etapa cada dos meses. La mitad que yo. Pero muy rápido de todas formas. Lástima que sea solo para Génesis. No saben como será después. Pero sí que ya no serán esclavas.
–¿Os olvidaréis de mí?– les pregunto.
–¿De ti? ¿Y tú quién eres?– bromea An.
–¿Quién lo ha dejado pasar?– sigue Dandan.
–Creía que lo conocíais– se disculpa Jiao.
–No debes dejar entrar a extraños– le regaña su hermana.
–Yo nunca te olvidaré– me besa Sai, afectuosa.
–¡Tramposa! Yo también quiero.
–Aprovechada…
No tardamos en empezar la segunda ronda. Consigo la ayuda de las demás para inmovilizar a Sai. Que gime excitada a pesar de llamarnos traidores a todos. Luego no duda en colaborar con la demás contra Dandan. Y así con todas.
La siguiente, me agarran a mí. Supongo que era de esperar. No puedo más que mirarlas moverse eróticamente sobre mí. Que insertarles qi cuando bajan sus caderas. Que devolver sus besos. Que disfrutar de su esfuerzo.
Las disfruto a cuatro patas. De cara. Sentado. De pie. En la cama. Contra la pared. Más brusco. Más dulce. Acariciando toda su suave piel. Devorándolas. Siendo devorado. E incluso por la mañana, añadimos una ronda más "de despedida".
—————
Sigo entregando brazaletes. Copiando manuales. Hay que decir que mi relación con mis compañeros ha mejorado. A pesar del precio, me están agradecidos. Les facilita hacer más copias. Y siempre hay copias por hacer. Los manuales se estropean del uso.
De hecho, nos limitan el número para que podamos cultivar. Hay necesidad siempre de más. Hay algunos cuadernos que parecen caerse a pedazos. Habría que sustituirlos antes.
Ha sido un día tranquilo. Sin contar que Yu ha cambiado el crep de su hermana por uno picante. Y que esta le ha hecho comer uno dulce con extra de azúcar.
Ai ha venido hoy. Ha estado muy cariñosa. Se ha quejado de que un par de estudiantes la han molestado. Aunque no ha ido a más. En el pasado, hubieran abusado de ella sin consecuencias. Aunque eso no impide que yo quiera darles su merecido. Quizás por eso no me dice más. Solo me besa.
No mucho rato después de irse, llaman a la puerta de nuevo. Oh, es Pen. ¿Qué querrá?
–Hola, ¿qué te trae por aquí?– la recibo.
Es raro. Normalmente hubiera entrado. Y me hubiera besado. Parece inquieta. Se retuerce una manga con la mano contraria.
–¿Puedo quedarme hoy? Si no estás ocupado. No quiero molestar– me pide.
–Nunca molestas– le aseguro, agarrándola de la cintura y haciéndola entrar –. ¿Pasa algo con Huan?
Es raro que la deje sola. ¿Se habrán peleado? Aunque me resulta difícil de creer. Huan es muy dócil con Pen. La obedece en todo.
–Se ha ido a las cuevas a atacar la etapa tres– me explica.
Oh. Ya veo. Así que es eso. Se me había olvidado que le faltaba poco. Sin duda, se siente sola.
–Si no queda más remedio, tendré que hacer un gran esfuerzo y ocuparme de ti– bromeo –. Pero no pienses que voy a hacerlo gratis.
La beso. Sobo sus nalgas. Aprieto su cuerpo contra el mío. Noto su voluminoso pecho apretándome.
–¿Y cuál es el precio?– me pregunta seductora cuando nuestros labios se separan.
–Tú– le respondo.
Ella sonríe. Toma la iniciativa de volverme a besar. De alguna forma, se acaba sentando sobre mí en la cama.
–Parece que hace siglos que no estábamos solos.
–Tendremos que aprovecharlo– le beso en el cuello.
Ella gime. Mientras desabrocho su vestido por detrás. Colabora en quitárselo. Me mira.
–¿Te gusta?– me pregunta insinuante.
Lleva una de las lencerías atrevidas que se probó hace unos días. Es negra. Traslúcida. El sostén tiene motivos florales. Realza sus pechos. Haciéndolos aún más sugerentes si cabe. Las bragas son similares. Dejando entrever su vello púbico. Su hendidura. Con apenas una tira alrededor de sus caderas para sujetarlas.
Lleva medias que le llegan hasta justo por encima de las rodillas. Ocultando sensualmente sus piernas. Insinuándolas.
–Eres preciosa– le aseguro.
No le quito la ropa interior. Se la dejo puesta. Saboreo la parte de arriba de sus pechos. Sus bragas son tan solo apartadas a un lado. Descubriendo la ranura que su vello púbico rubio no es capaz de ocultar.
Ella no tiene prisa por quitarme la ropa. Se queda sentada sobre mí. Besándome. Disfrutando lentamente de mis caricias. De mis besos. Solamente se levanta para quitarme los pantalones y la ropa interior, un rato después. Se sienta otra vez sobre mí.
Una de sus manos tienta mi miembro. Acariciando con suavidad la punta. Mojándose los dedos sensualmente en sus labios para cogérmelo con cuidado. Con lujuria. Su otra mano me acaricia la cara. Para pedirme otro beso.
Las mías recorren sus nalgas. A veces metiéndose entre la cinta que sostiene sus bragas translúcidas. O recorriendo su espalda. En ocasiones, llegan a sus mejillas.
Sus pechos a menudo se aprietan contra mí. Su sostén es suave. Lo que guardan, mullido, tentador.
Cuando me introduce en ella, ya hace rato que está mojada. Se mueve con suavidad. Aunque hasta el fondo cada vez. Con lujuria. Sin dejar de besarme. Su otra mano, en mi espalda. A veces, en mis nalgas. Recorriendo mi cuerpo. Que se entrelaza con el suyo.
Puedo olerla. Sentirla. Saborearla. Por fuera y por dentro. Disfrutar de su vagina y su boca. De la suavidad de su piel. Que se frota contra la mía. Es realmente sensual. Erótica. Sugerente.
Cojo uno de sus pechos. Metiendo la mano por debajo del sostén. Estrujándolo con mimo. Con qi.
Ella tira la cabeza hacia atrás. Gime por el placer que converge de su pecho, de su vagina. Desde mis dedos. Llegando al clímax. Llevándome a mí.
Nos abrazamos. Su cabeza sobre mi hombro. Mis manos en su espalda. Las suyas en la mía.
Disfrutamos de nuestra calidez durante unos minutos. Hablamos en susurros. Luego nos separamos. Nos sonreímos.
–Más– me susurra su petición.
Se deja caer sobre la cama. La beso. Le desabrocho el sostén. Se lo quito. Descubriendo sus preciosos pechos. Ligeramente mayores que los de Song. Con su aureola sensiblemente más grande.
Los beso. Los muerdo. Ella gime de placer. De excitación. Mientras bajo. Hasta su ombligo. Hasta sus caderas.
Con suavidad, pongo mis dos manos sobre los lados de sus bragas. Las bajo poco a poco, descubriendo su rincón más oculto. El que he estado antes penetrando.
La miro cuando salen por sus pies. Ella me devuelve la mirada con deseo. Le saco las medias. Una a una. Poco a poco. Acariciando sus piernas. Con mis manos rodeándolas. Llenándolas de qi.
Luego me incorporo. Me inclino sobre ella. Que ha abierto las piernas para recibirme. Expectante. Ardiente. El claro marrón de sus ojos parece brillar con deseo. La peca bajo su labio parece pedirme un beso.
Volvemos a unirnos. A besarnos. Empiezo despacio. Acelero. Siendo intenso. Pero no salvaje. Recorriendo toda la extensión de su vagina. Disfrutando de sus mullidos pechos. Acariciándolos. Estrujándolos. Recorriendo su cuerpo. Sus nalgas. Sus piernas. Sin dejar de bombear dentro de ella. Sin dejar de besarla. Sin dejar de amarla.
Me mira fogosa durante cada orgasmo. Con la boca entreabierta. Con su cuerpo temblando. Con su interior apretándome. Hasta que vuelvo a llenarla.
Me sonríe. Me besa. Se acurruca junto a mí. La abrazo. Dejo que se duerma poco a poco. Mimándola. Sintiéndome culpable una vez más por no contarle todo. Y más cuando las llamo.
–Es Pen. ¿Qué ha pasado?– le acaricia Liang el pelo.
–Fen Huan está intentando superar la etapa dos. Se sentía sola– le explico.
–Siempre ha sido así. Recuerdo que le daba miedo dormir sola de noche– sonríe Shi.
–Más te vale haberla tratado bien– me amenaza Song.
No lo dicen. Pero ellas también se sienten culpables. La decisión de no raptarlas fue de todos. Ellas también quieren volver a hablar con ella. Reír con ella. Pero por ahora, no es tan fácil. Además de que Huan se sentiría muy sola. Si se dejan, algún día me las llevaré a las dos. Y al resto. A todas.
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