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69.67% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 170: Regalos

Capítulo 170: Regalos

Por la noche, voy a la facción ilusoria. Hoy ha coincidido con los combates que organizan mis pervertidas. Jiao ha venido a buscarme. No quieren más problemas en la entrada. Lo decidieron el otro día. Da Ting parecía irritada. El resto ya lo sabían. Supongo que no se lo habían dicho porque no era tan importante. Pero salió en una conversación.

Los vigilantes nos dejan pasar. Rehúyen mi mirada. ¿Asustados? Quizás he subestimado la influencia de Da Ting. No sé que habrá hecho o dicho. Jiao niega con la cabeza cuando la miro. Lo sabe, pero no puede decírmelo. Está bien. Ya me enteraré si quieren contármelo.

Por ahora, me lleva a la habitación de Da Ting. Algo quiere. Jiao espera fuera.

–Hola, Kong. Siéntate, por favor. ¿Un poco de té?– me invita.

Está tan formal como la última vez que me recibió. Y eso que en el mercado conseguimos romper un poco el hielo.

–Claro, ¿qué querías?– le pregunto.

–Esto es lo que te debía. Sai y sus hermanas dicen que te lo pagaran cuando sean estudiantes. No han querido que lo pagara yo– me explica.

Por un instante, parece que vuelve a ser más cercana. Pero pronto rectifica. No sé muy bien por qué. ¿Quizás es su obligación como discípula primera? Le preguntaré a las chicas luego.

Cojo la tarjeta y la sumo a mis puntos. No es que hiciera falta. Pero ayer insistió bastante que lo pagaría. Lo de ella, Jiao y Meixiu.

–¿Quieres ver las joyas que han hecho para ellas? Ya me las han dado– le propongo.

–¿De verdad? A ver… Agradecería que me las dejaras ver– responde ella.

De nuevo ha cambiado la actitud. Casi resulta gracioso. Supongo que a pesar de todo, aún es una niña.

Saco la caja y la abro. Hace intención de coger una, pero se detiene. Solo la mira.

–Puedes cogerlas. No se romperán– le ofrezco.

–¿Seguro?– pregunta, indecisa.

–Claro– le aseguro.

Veo como las coge y las mira. Una a una. Dándoles la vuelta. Ella tiene joyas más sofisticadas. Y seguramente más poderosas. Aun así, las observa con detalle. Sonriendo como una niña. Como lo que es. Hasta que se da cuenta de lo que está haciendo. Las deja en la caja un poco apresuradamente. Algo avergonzada.

–Son preciosas. ¿No hay una de más?– pregunta con curiosidad.

Sonrío. Saco una aguja para el pelo. Con una pequeña gema que se encarga de almacenar el qi. Verde igual que sus ojos.

–Todas generan cúpulas de protección. Estoy seguro de que no son tan poderosas como las que tu maestra te pueda haber regalado. Pero aun así, quería dártela. Como agradecimiento por todo lo que haces por ellas. Y porque no podía hacerles un regalo a ellas y a ti no. Por favor, acéptala como un pequeño detalle– la dejo frente a ella.

Ella me mira con los ojos muy abiertos. También la boca. Supongo que no lo esperaba. Tarda unos segundos en reaccionar. En darse cuenta de que tiene la boca abierta. Me da ganas de reír. Me contengo.

–¿De verdad?

–De verdad.

La coge dubitativa. La mira. Sus ojos parecen brillar con la joya. Se la aprieta contra el pecho a la vez que se levanta. Hace una pequeña reverencia.

–Gracias por el regalo.

Ahora soy yo el que se queda sin saber qué decir. No me esperaba que fuera tan formal. Ella se ríe por lo bajo al verme así. ¡Yo no me he reído! ¡Es injusto!

Luego Jiao me acompaña a la habitación de Sai. Abre la puerta y entra. Me deja fuera. Me dice que cuente hasta cincuenta. Uno. Dos. Tres, Cuatro…

Cuando entro, me encuentro con las cinco sobre la cama. Sonriendo. Seductoras. Vestidas con la lencería que compraron ayer. Provocándome. No puedo sino sonreír también. Y mirarlas de arriba a abajo. Están preciosas. Muy eróticas. Creo que les daré las joyas luego. Ahora hay asuntos inaplazables que requieren toda mi atención.

—————

Al día siguiente, por la mañana, les doy las joyas. Me abrazan y me besan. Luego me montan. Entre risas. Con sus collares, pulseras u otros adornos puestos.

–Tendrías que haberle regalado una a Da Ting. Le hubiera hecho ilusión– se lamenta Sai cuando acaban de abusar de mí.

–Oh. Lo he hecho. Una aguja para el pelo con una gema verde. Hace juego con sus ojos– le revelo.

–¿¡De verdad!? ¿Qué ha dicho? ¿Cómo ha reaccionado?– me pregunta Dandan.

–Seguro que le ha sorprendido. Va, explica todos los detalles– pide An.

Jiao y Meixiu también se han incorporado. Me miran con curiosidad. No tengo más remedio que explicarlo. Me exigen cada minucia. Sobre todo, de la reacción de Da Ting.

–Je, je. Me gustaría haberlo visto. Nunca nadie le ha regalado nada, excepto su maestra. O quizás para ganarse su favor. Pero no así. ¡Bien hecho!– me felicita Meixiu.

Puedo notar en su voz la sinceridad de su agradecimiento. La quieren mucho.

–Gracias, Kong– me besa Jiao en la mejilla con dulzura.

––¡Lo has hecho muy bien!–– me felicitan las tres hermanas.

Se abalanzan sobre mí. Incluso Sai. Tirándome sobre la cama. Riendo. Me besan en las mejillas y la frente. Luego en los labios. Están emocionadas. Unas se han encariñado mucho con Da Ting. Las otras la conocen desde bebé. Nos quedamos un rato todos abrazados. Bueno, no podría moverme aunque quisiera.

Me explican entonces que simplemente Da Ting no sabe cómo actuar conmigo. Por eso, se muestra formal. Le es más fácil. Pero sin darse cuenta pasa a hablar más familiarmente por lo de ayer. No tiene mucha experiencia en cómo tratar a un amigo. Me siento un tanto conmovido.

Las dejo un rato después. Sabiendo que Sai pronto subirá a la etapa cinco, y sus hermanas a la cuatro. Sin contar que tienen sus meridianos todo lo mejorados que he podido sin que se notara demasiado. Espero. 

A Jiao y Meixiu también las ayudo un poco. Pero no usan el mismo sistema de cultivación con yin. No tienen el cuerpo especial de la otras. Así que tienen que cultivar normalmente. Tardarán bastantes meses en llegar a la dos.

—————

Al día siguiente, Tai Feng y Yawen vienen a verme. Traen té y algunas pastas. Para conmemorar que Yawen ha subido a cuatro. Han venido a celebrarlo conmigo. Y a informarme de algunos chismes

–Ga Gui está encerrado, practicando. No sé si porque le heriste el orgullo, o por la presión de sus tutores. Al menos, está un poco más tranquila la situación en la facción– explica Yawen.

–El que decías de las hachas, debe ser otro estúpido arrogante como él. Entre ellos, hay mucha rivalidad. A ver quién presume más. Ja, ja. Deberías darles una paliza a todos– se divierte Tai Fen.

–¿Yo qué te he hecho? ¡Con dos tengo más que de sobra!– me quejo.

–Ji, Ji. No lo culpes. Son muy desagradables. Y sus seguidores lamiéndoles el culo, aún peor– interviene Yawen.

Probablemente, ese comentario viene de antes de estar con Tai Feng. Como esclava, sufrir a uno de esos grupos puede ser bastante horrible. Tendría que haberle pegado más fuerte.

–Lo mejor es la cara que han puesto algunos hoy. Je, je. Cuando han visto que Yawen'er había vuelto a subir. Además, su dominio de la espada ha mejorado mucho. Ni se han atrevido a burlarse– se vanagloria él.

–Eso es porque eres un buen profesor– lo halaga ella, ligeramente avergonzada.

–Eres tú que eres una alumna aventajada– le devuelve el halago.

Se miran fijamente, con pasión. Casi no se han soltado las manos desde que han llegado.

–No os voy a dejar la cama– los interrumpo, burlándome.

Él se ríe. Ella me saca la lengua. He conseguido volverlos a avergonzar otra vez. Aunque no me cabe duda de qué harán en cuanto vuelvan. 

También les pido una pequeña demostración. Tengo curiosidad. He visto la colaboración con dagas por las gemelas. Pero no con espadas. Se hacen de rogar. Pero al final acceden.

–Está en una fase inicial aún– se disculpa Tai Feng.

–Ja, ja. No os voy a hacer un examen. Solo tengo curiosidad por ver cómo es– me río.

–Ves con cuidado. Aunque no está completa, es más peligrosa de lo que parece– me avisa Yawen.

Los dos atacan a la vez. Es un ataque algo torpe. Se tienen que coordinar, pero es evidente que les falta práctica. Aun así, el qi se mezcla. Los ataques se suman como si fuera uno.

Por suerte, Tai Feng ha bajado al nivel de Yawen. Así que es un ataque combinado de la etapa cuatro. El resultado es equivalente a entre cinco y seis. Y eso que no está ni mucho menos pulido. Puede ser terrible.

Las gemelas se basan más en coordinarse con rapidez. Aunque sé que estaban practicando un ataque conjunto. El problema es que con dagas tienen que hacerlo mucho más rápido. Tienen menos distancia y tiempo de reacción.

–Sorprendente. Os falta completarlo, y ya está a este nivel. No sé como será cuando esté completo– reconozco, un tanto sorprendido.

–La maestra dice que puede sobrepasar tres etapas, quizás cuatro.– explica Yawen.

No deja de ser curioso que se refiera a una de las maestras de la facción de espada como tal. Es una esclava, así que no puede tener maestra. Pero parece que una ha reconocido su potencial. Ha aceptado a Tai Feng como discípulo externo. Y no pone pegas a que Yawen vaya con él. Más bien, lo contrario.

Puede que los acepte oficialmente más adelante. Cuando suban a Alma. Al menos, es lo que los dos parecen desear. Suerte. Les iría bien.

—————

Al día siguiente, las gemelas envían la carta de respuesta a su familia. Se han retrasado lo más que les ha parecido creíble. Tienen que contestar si no quieren problemas que podrían salpicar a sus padres. Pero no tienen por qué hacerlo inmediatamente. Y no tienen ninguna intención de facilitarles las cosas.

Después de recogerlas, me voy de nuevo a la ciudad. A ver a mis madres. Me pregunto cómo estarán. Me encuentro que Lin Tao está con la cabeza baja. Guo Xua parece discutir con alguien.

–Es una vergüenza para la familia. Ni siquiera está casada– dice la mujer con la que discute.

La reconozco como una de las concubinas. Parece un tanto enojada.

–Pues echadla de la familia. Yo la contrato como asistente. Su hijo será de la misma edad que el mío. Le irá bien como compañero de juegos, y para darle de mamar– responde Guo Xua. Parece un tanto irritada.

–¿¡No recuerdas lo que te hizo!?– la otra insiste.

–Perfectamente. Quedó claro que era cosa mía su castigo– sigue la madre de Hai.

Mientras, Lin Tao me está atendiendo. Ha sonreído al verme. Aunque pronto ha hecho ver que no me conocía. Poniendo una expresión un tanto sombría. Supongo que le tiene miedo.

Sonríe de nuevo cuando entra en la trastienda y no la pueden ver. Girándose hacia mí. Incluso tirándome un beso. Mientras, la concubina sigue insistiendo. Y Guo Xua sigue rebatiéndola.

Cuando finalmente se va, quiero preguntar de qué va todo esto. Pero entra otro cliente. Así que tengo que esperar hasta que vuelvo a entrar más tarde. Por el lateral.

Me recibe Guo Xua. Me besa larga y apasionadamente.

–¿Qué ha pasado?– le pregunto.

Ella suspira antes de contestar.

–Había un pretendiente muy pesado e insistente de Tao'er. Ja, ja. No pongas esa cara. Lo cierto es que, para librarse de él, anunció que estaba embarazada. Bueno, hubiera tenido que decirlo tarde o temprano. Lo cierto es que algunas quieren echarla de la familia. Aunque a su examante ha perdido casi todos los derechos, sigue siendo un miembro de la familia. El niño podría tener ciertos derechos. Esta es la tercera que ha venido a decirme que la eche.

–Son realmente avariciosas– las critico con desdén.

–Sí, y tampoco queremos que nos metan en problemas. Así que les he propuesto que la echen, pero yo me la quedo igual como asistente personal. Sin pertenecer a la familia. No les acaba de gustar, pero aceptarán– me asegura –. ¡Ehhh! ¡Esto no son las escaleras!

La he cogido en brazos. La he llevado frente a la entrada. Frente a los cristales. Sé que le excita que se lo haga aquí. Donde parece que la pueden ver. Por mucho que la formación nos oculte

Así que la follo de pie. De espaldas a mí. De cara a los cristales. Que vea la gente pasar. Totalmente expuesta. Sus piernas levantadas. Sin pisar el suelo. Mientras la domino y la follo por detrás.

Con Lin Tao, esta vez lo hacemos en la cama. Dulcemente. Le dejo incluso tener la iniciativa por una vez. Me monta con suavidad. Aunque, la segunda vez, soy yo quien domina. Poniéndola a cuatro patas sobre la cama. La acabo cogiendo de los antebrazos. Y usándolos para impulsarme y embestirla con fuerza.

Entre medias, Guo Xuo me ha montado bastante salvajemente. Como queriendo vengarse por lo de antes. Por mucho que le haya gustado.

Las dejo durmiendo, tras darles un beso en la frente. Follo entonces a Guo Hai como a su madre. Totalmente entregada. Al resto, las dejo para cuando vuelva. Luego, tendré que ir a ver a mis pervertidas. Se lo prometí.


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