Ma Lang está algo nerviosa. Se pone así cada vez que la dejan sola. Con las demás, se siente algo más arropada. Está dando vueltas por la habitación cuando la llamo. Me mira sin saber que hacer. Indefensa. Desnuda. Sus abundantes pechos visibles. Duda entre si taparse o no.
Le indico que se acerque. Que me bese. Obedece y me mira, esperando más órdenes. Sé que la "contratamos" como sirvienta, pero quiero que sea un poco más activa. Veo que está mirando mi miembro medio erecto.
–¿Quieres tocarlo? ¿Meterlo en tu boca? ¿En tus pechos? ¿Directamente dentro de ti?– le pregunto.
–Yo…
–Vamos. Quiero oírlo– insisto.
–¿E…Entre mis pechos y… mi boca?– confiesa, indecisa y en voz baja.
–Vamos, hazlo como quieras.
Estoy sentado en la cama. Ella se acerca. Un tanto dubitativa. Me mira un instante. Enseguida aparta la mirada. Está algo roja. Su conexión conmigo ha estado mejorando desde que la "contratamos". Y se lleva muy bien con las chicas. Puede que sea su sirvienta, pero la consideran más bien una amiga.
Algo torpe, acerca sus abundantes pechos a mi miembro. Lo atrapa entre ellos. Es una sensación extraña. Y al principio no especialmente placentera. Pero pronto, acerca también su boca. Introduce mi miembro en ella. Cubriéndolo de saliva. Lubricándolo. Y, con ello, también sus pechos acaban llenos de saliva.
A medida que se lubrican sus pechos, puede moverlos con más facilidad. Envolviendo mi pene. Restregándolo. Usando su boca y la lengua con la punta. Es sumamente erótico. Y el placer va llegando a oleadas. Estoy siendo servido por unos preciosos y blanditos pechos.
Mi miembro tiembla varias veces. A punto de eyacular. Hasta que al final explota. Llenando su boca, su cara y sus pechos. Se sorprende un instante, pero enseguida traga el de su boca. Y vuelve a restregarlo un poco más. Sin mirarme. Roja. Solo cuando vuelve a estar erecto se levanta. Me mira, pero solo un momento. Parece esperando que le ordene de nuevo.
–¿Cómo lo quieres hacer? ¿Yo encima? ¿Tú encima? ¿De pie? ¿De frente? ¿De espalda? ¿De lado?– le vuelvo a pedir que decida.
–Esto… yo… – titubea.
–Sí, dime.
Me la quedo mirando mientras duda. Ella no se atreve a mirarme a los ojos. O le gusta mirar mi miembro. Finalmente se decide a hablar.
–Puede… Yo… ¿Quizás sentarme encima? ¿De espaldas?– se decide, finalmente.
–Claro. Acércate.
Ella lo hace. Se pone sobre mí. De espaldas. Pero no acaba de bajar.
–¿A qué esperas? Mételo ¿O prefieres de otra forma?– la apremio. Supongo que esperaba que yo la cogiera y la hiciera bajar.
Algo titubeante, dobla sus rodillas. Bajando poco a poco. Pero mi pene se desliza y no entra en el agujero.
–Cógelo. Será más fácil– le sugiero, intentando no reír.
Ella lo hace. Avergonzada. Baja poco a poco de nuevo. Hasta tenerlo en su entrada. Entonces. Cae de golpe. Absorbiéndome en su húmeda vagina.
–¡¡Aaah!!–gime ella.
–Ja, ja. No hace falta que seas tan brusca. Puedes moverte como quieras.
Creo que está más roja. Se mueve despacio. Como temerosa. Yo no hago nada de momento. Ni siquiera la toco. Estoy esperando a ver como actúa. Si acelera. Si pide algo.
–¿Puedes… cogerme de…?– pide ella.
–¿De?– pregunto.
–De mis… tetas. Mis pezones… Como otras veces…– pide finalmente.
Estoy tentado de decirle que no lo acabo de entender. Que me dé más detalles. Pero supongo que ya es suficiente. Si no, sus amigas me torturarán mañana. Puede que lo hagan igualmente.
Así que agarro sus dos rebosantes pechos. Los aprieto. Los acaricio. Busco sus pezones. Los toco. Rozándolos. Los pellizco. Me recreo en ellos. En su textura. En su suavidad.
Mi boca ataca su cuello. Su oreja. Mis piernas rozan con las suyas. A veces acaricio sus pies con los míos. Dejo que sea ella quien se mueva. Va acelerando poco a poco. No sé si se da cuenta o es inconsciente. Noto como se va excitando. Al principio ahogaba los gemidos. Ahora ya no puede. Su respiración se acelera.
No es tan estrecha como las otras. Pero lo es bastante. Estoy casi segura de que ellas lo han ido provocando poco a poco. Juegan sucio. Aunque no seré yo quien proteste.
–¡¡Aaah!! ¡Kong! ¡¡Siiií!! ¡¡¡AAAAAaaaahhHH!!! ¡Tan adentro! ¡¡Aaaaaaah!! ¡Mis pezones! ¡¡Aaaaaah!!
Parece que en su excitación se ha olvidado de su timidez previa. Luego volverá a estar roja. No es la primera vez. Es adorable. Y tiene un cuerpo de lo más sensual. Explosivo. Al parecer, se sentía algo intimidada por las muchas miradas. Ahora va desnuda por la Residencia. Y tiene sexo cada día. Dos veces.
–¡¡¡¡HHHHAAAAAaaaaaaaaaAAAHHHHHH!!!!– tiene un orgasmo.
Se queda quieta. Apoyada en mí. Recuperándose.
–¿Puedes…? No… Da igual…– dice en voz casi inaudible.
–Di lo que tengas que decir
–¡Iiiiiiihh! Malo…– se queja
–Habla o seguiré pellizcando tus pezones– la amenazo, medio riendo.
–Yo… Igual que ahora… Pero yo contra la cama. Tú detrás…– confiesa.
Sin salir de ella, me levanto. La agarro de la cintura. La hago inclinarse. Hasta que se queda enfrente de la cama. Muevo las manos sobre sus pechos y embisto.
–¡¡Aaaah!!– gime ella, poniendo los codos sobre la cama
Sus piernas abiertas. Ella doblada hacia delante. Su cabeza casi sobre la cama. A cuatro patas. Sus pechos agarrados por mí. Es sumamente erótica.
–¿Así está bien?– le pregunto.
–¡¡Aaaah!! ¡¡¡HHHAAAaaaaaHHH!!! ¡¡Siiií!! ¡Aaaaah! ¡Más fuerte! ¡¡¡HHHHAAAaaaaaaaahhHH!!!
Parece que se ha perdido totalmente en el placer. Embisto con fuerza desde atrás. Añadiendo qi en cada embestida. También en mis manos sobre sus pechos. Incrementando gradualmente su excitación. Su placer. Haciéndola llegar a un pequeño orgasmo. Luego a otro. Y a otro. Cada vez más fuerte. Hasta que se queda sin fuerzas en las piernas. Tengo que sostenerla mientras la lleno.
–Ah. Ah. Ah. Kong. Ah. Ah. Gracias. Ah. Ah– agradece sin atreverse a mirarme.
–Pues dame un beso– le pido.
–Ella se gira. Avergonzada. Pero me besa. Al principio despacio. Luego con pasión. Me quedo un rato con ella abrazada. Solo me mira fugazmente de vez en cuando.
–¿Quieres que te devuelva a tu habitación o con las chicas? Diría que te están esperando– le pregunto.
–Yo… no me dejarán tranquila hasta que les cuente… – suspira.
De nuevo, intento no reír. Lo único malo es que mañana puede haber consecuencias.
–¿Entonces?
–Mejor a mi habitación. Me lavaré primero. Luego iré a verlas– me pide.
–Pero primero otro beso– le exijo.
Esta vez sonríe antes de besarme. Con pasión desde el principio.
–Deberías sonreír más, estás preciosa cuando lo haces.
–Devuélveme…– me pide, escondiendo su rostro otra vez rojo.
Eso hago, mientras me río. Entiendo que a las chicas les guste molestarla un poco. Sus reacciones son adorables.
—————
Llamo a Rui. La hago que me folle sentada sobre mí. Besándome. Mientras yo sobo su trasero. Mientras, llamo a Rong. Le hago que se masturbe. Cuando acabo con Rui, le obligo a hacer lo mismo. Sentada sobre mí. Ya está mojada. Y mientras, llamo a Ning. Así, puedo follarlas seguidas, sin esperar. Se van preparando mientras me follo a la anterior.
Rui es apasionada. Y Ning aún más. Casi desesperada. Rong cumple. También la trato algo peor. Sacudiéndola de vez en cuando. Mezclando un poco de dolor. Sabe que seguirá pasando hasta que me canse. Intentó huir. Así que la sigo castigando.
Bronceada cumple reticente. Aunque diría que se está acostumbrando. Al menos es obediente. Si no, solo tengo que llamar a Terror.
Luego, me tumbo entra Shi y Ai. No puedo evitar estrujar un poco esas enormes tetas. O ese jugoso culo. Pero me contengo y lo dejo estar. Me quedo practicando un poco antes de dormir. Echando un vistazo a las chicas. De repente, me fijo en Bai Wan.
Está en la cama. Desnuda. Ha destapado un frasco y lo ha olido. Luego lo ha vuelto a tapar. Pronto empieza a tocarse sus pechos y su entrepierna. A masturbarse. Quizás a algunos no les gustaría su cuerpo. Por estar gorda. Pero a mí me parece tremendamente erótica.
No puedo dejar de mirarla. Pronto, tengo una erección. Me estoy excitando. ¿Quizás debería llamarla y follarla? Supongo que no puedo. Lo prometí. No puedo hacerlo sin su permiso. No sé si maldecir un poco a las chicas. Sobre todo a las gemelas. Seguro que no le han dicho que puedo verla. Y que lo han hecho queriendo. Por otra parte, el espectáculo es asombroso.
No puedo resistirlo más. Así que llamo a Rui de nuevo. Está medio dormida.
–Chupa.
–Eh… ¡Sí Amo!– reacciona enseguida.
Es buena. Ha mejorado mucho. Su lengua envuelve mi miembro. Lo lleva hasta su garganta. Sus manos masajean la parte de abajo. Y mis testículos. Yo sigo mirando a Wan masturbarse. Ya se ha corrido una vez. Pero no se detiene.
Sin necesidad de contenerme, me corro en la boca de Rui. Ella traga. Inmediatamente continúa. Viendo a Wan y con la estimulación de Rui, no puedo sino pensar en follármela. Pero, una vez más, no puedo romper mi promesa.
Pero no puedo dejar de excitarme mirándola. Quizás debería dejar de hacerlo. No soy capaz. Hago levantarse a Rui. Y la empujo contra el suelo. Boca arriba. Haciéndole abrir sus piernas.
La penetro, imaginándome que me follo a Wan. Que la domino. No puedo controlarme. Embisto con fuerza. Y con qi. Con más del normal. Rui se estremece una y otra vez.
–¡¡AAAAaaaaaah!! ¡¡¡AAAAAaaamooo!!! ¡¡¡AAAAaaHHHHH!!! ¡¡Siiiiií!! ¡¡¡HHHHAAAAAAaaaah!!! ¡¡¡Úsameeee!!! ¡¡¡Soy tuya!!! ¡¡¡¡¡HHHAAAAAAAAAAAaaaaaahhhHHHH!!!!!– gime continuamente.
Acaba perdiendo el conocimiento. No puedo dejar de embestirla incluso así. Finalmente me paro y traigo a Ning. También está medio dormida. Sin esperar que despierte, le abro las piernas y la penetro. Estoy lubricado de Rui, así que entra fácil.
–¡Aaahhh! ¡¡¡Amo!!! ¡¿Qué?! ¡Aaaahh! ¡Sí! ¡¡¡Fóllame!!! ¡¡¡HHHHAaaaaAAAHH!!!
Se sorprende al despertarse y encontrarme follándomela. Pero enseguida reacciona como la pervertida que es. Sus manos estrujando sus propio pechos mientras embisto sin parar. Mientras la llevo al orgasmo. Mientras veo que Wan ha llegado al segundo. Para un momento y continúa.
Así que sigo embistiendo a Ning mientras miro a Wan. Me corro en ella, pero solo me detengo unos segundos. Luego sigo. Ella está disfrutando ser violada. Ser follada salvajemente. Ser llevada al orgasmo una y otra vez. Hasta que no puede más. Se desmaya.
Rong está durmiendo. La traigo y la penetro como a Ning.
–¡Aaahh! ¿¡Qué!? ¿¡Qué haces!? ¡Para! ¡¡Aaah!! ¡No, para! ¡¡Aaaaaahhhh!!
Parece que no ha reaccionado tan bien como Ning. Era de suponer. Intenta resistirse. Es mi esclava, así que la follo cuando quiero. Y aún se merece un castigo. Bueno, quizás pueda ayudar a someterla. Quién sabe.
–Calla. Intentaste escapar. Así que he pensado que necesitabas más "cariño"– le digo.
Finalmente se rinde. Intenta rebelarse no gimiendo. Pero pronto no puede evitarlo El placer llega más fuerte de lo normal. Más salvaje.
–¡No puedo más! ¡¡Aaaahhh!! ¡Para! ¡¡¡¡AAaaaaaahhh!!!!– suplica.
No es que le vaya a hacer caso. De hecho, estoy mirando a Wan masturbarse. No sé por qué me excita tanto. ¿Quizás porque no es mía? ¿Quizás el deseo de poseerla?
Rong se corre de nuevo. Eso no me detiene. La sigo penetrando. Agarro sus pechos con fuerza. Igual le hago daño. Son mucho más pequeños que los de Wan. Se corre de nuevo cuando la lleno. Su respiración entrecortada. Jadea agotada.
–¡No! ¡Más no! ¡Aaaaah!– suplica de nuevo.
Tras unos segundos de descanso, vuelvo a moverme. A empujar en su interior. A follarla. Se corre casi de inmediato. Y otra. Y otra. Cuando me doy cuenta, ha perdido el conocimiento. Wan se ha corrido también. Tampoco se detiene.
Traigo a Bronceada. Fuerzo sus piernas abiertas.
–¿Qué? ¡¡Aaaahhh!!
La penetro. Embisto con fuerza desde el principio. Cuando se da cuenta, intenta levantarse. Liberarse. Cojo sus muñecas y las empujo contra la cama. Sin dejar de bombear en su interior.
–¡Para! ¡Ya lo hemos hecho antes! ¡¡Aaaahhh!! ¡¡¡AAAAaaah!!!
–Eres mía. Yo decido. Y ahora quiero follarte.
No deja de intentar liberarse. Me excita más. La sujeto más fuerte. Empujo más fuerte. Fuerzo un beso. Me muerde. Pero uso Armadura Interior.
Salgo de ella. Le doy la vuelta. La empujo contra la cama. Agarro sus dos manos por detrás. Cojo una cuerda del Almacén y las ato. Vuelvo a abrir sus piernas. Y a penetrarla desde atrás. Una mano coge su cabello. Tirando la cabeza hacia atrás. La otra golpea sus nalgas.
–Quiero oírtelo decir. Di que eres mía. Que te follo cuando quiero. ¡Vamos!
–¡Aaah! Soy tuya ¡¡Aaah!! Me follas cuando… ¡Aaah! Quieres ¡¡¡HHAAaaahhh!!!
Suelto la cabeza y la cojo de las nalgas. Está tumbada bocabajo. Su culo ligeramente levantado. Agarrado por mí para impulsarme mejor. Como las otras, tiene varios orgasmos. Hasta que, en algún momento, ha perdido el conocimiento.
–¿Cuál traigo ahora? ¿A Lang? ¿O me follo a estas dos? ¿O quizás directamente a Wan?– me pregunto, mirando a Shu y Ai.
Me muerdo el labio. Con fuerza. Sangro. El dolor me ayuda a recuperar el control de mí mismo. No me preocupa haber abusado de esas cuatro. Pero, si les hago algo a las chicas, no me lo perdonaría. O a Shu. O a Ai. Ya avisaba el manual. Esto no puede volver a suceder. Wan aún se está masturbando. Pero dejo de mirarla. Necesito descansar. Y tengo que aprender a controlarme. Ha sido peligroso. No puedo hacerles daño.