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20.47% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 52: Emboscada

Capítulo 52: Emboscada

Nos pasamos tres días en el jardín. Wan recogiendo plantas. El resto disfrutando del paisaje o ayudándola, aunque con cuidado. Algunas plantas son venenosas. Por eso, Rayitas viene con correa. Es difícil controlarla. Demasiadas ganas de jugar.

A Wan le vuelve a costar dirigirse a mí. Se sonroja cada vez que lo hace. Supongo que la escena follándome a las gemelas la ha impactado. A pesar de ello, no ha tenido más remedio que hacerlo.

Hay unas plantas que necesitan un recipiente especial. O tratarlas inmediatamente. Pero no tiene ninguna de las herramientas necesarias. Y le faltan conocimientos. Es una aprendiz. Así que las he guardado en el almacén.

Primero hicimos la prueba de que no se estropeaban allí, con un fragmento. Me llegó a pedir perdón por dudar. La verdad es que yo tampoco estaba del todo seguro. Por lo menos, me habla. A veces. De repente, me acuerdo algo.

–Tengo estas recetas. ¿Crees que se podrían hacer?– le pregunto, mostrándoles las recetas que vienen en el cuaderno.

Ella las mira con interés. Al parecer, rara vez hace productos completos. Por ahora, aprender a identificar plantas y tratarlas. Además de realizar algunas mezclas preliminares. Es solo una aprendiz, aunque se lo toma muy en serio. Con pasión.

–Sí, creo que sí. Esta planta la tenemos. Y esta. Esta también. No son plantas muy raras. Y no parece difícil. ¿Para qué son están recetas?– murmura, mientras las lee ávidamente.

De repente, se pone totalmente roja. Creo que ha leído de qué son. Me mira con los ojos muy abiertos. Tartamudea.

–¿Pa… Para qué las… las quieres?– pregunta nerviosa.

–De momento, para nada en especial. Pero ya que tengo las recetas, no está de más tener el producto. Por si alguna vez hace falta.

–Sí… Claro… Ya veo… Bueno… Quizás podría hacerlas… ¿Es… urgente…?

–No. Si crees que puedes, hazlas cuando tengas tiempo.

–Va… Vale.

Le dejo la copia de las recetas. Quizás no debería haber copiado también su uso. Ahora ya da igual, está hecho. Ella me da más plantas para guardar. Apenas me mira directamente. Está nerviosa. Curiosamente, no parece afectarle al recoger las plantas. Pero sí al caminar. Tropieza.

–¡Cuidado!– exclamo, cogiéndola.

–Gra…Gracias– me agradece, inmediatamente apartándose de mí. Aún está más roja.

De reojo, veo que las gemelas se están riendo. No sé muy bien de que va todo. Como sea, recogemos las ultimas plantas. Ella las había dejado para el final. Después de eso, nos volvemos.

Las envío a todas de vuelta. Wan está mirando las recetas totalmente roja. Yo me dirijo al árbol. A la salida. Han sido tras días tranquilos en un lugar hermoso. Sin peligros. Simplemente haciendo lo que queríamos. Mucho sexo. Muchas bromas. Muchas risas. Hablando. Simplemente haciéndonos compañía. Poco entrenamiento.

Además, ayer alcancé la novena etapa, abriendo doscientos cincuenta y seis meridianos. Me siento más fuerte que nunca.

Estoy cerca de mi objetivo. De entrar en el reino del alma. De dejar de ser esclavo. Quizás en un mes. Estos días de libertad, en especial los tres últimos, hacen que me sea difícil volver a serlo. Pero tendré que aguantar un poco más. Las chicas llegarán pronto a la octava.

—————

Antes de partir, como despedida, llamo a Rong. Es la única que me falta por hoy. La hago arrodillarse y hacerme una felación, mientras disfruto de las vistas. La sensación de dominio en el paraíso.

Luego la hago ponerse de pie, de espaldas a mí. Su espalda doblada hacia el suelo. Sus manos casi tocando los pies. Es una buena posición para follarla mientras disfruto del paisaje.

–Quiero oírte– le exijo.

Ella obedece, dejando de contener sus gemidos. Se oyen por todo el espacio del jardín. Un espacio curioso. Acaba en paredes invisibles. Y la luz simplemente llega, pero no se ve de dónde. Aunque, de alguna forma, debe venir del sol. Se hace de noche. Me pregunto quién lo crearía. Wan dice que no se sabe. Bueno, al menos no lo sabe ella. Hay muchos secretos a los que los estudiantes novatos no tienen acceso.

Es maravillosa la sensación de respirar este aire. De contemplar el paisaje. Mientras penetro a una esclava que en el pasado me denigraba. Que nos mandó a la muerte. Y que ahora gime bajo mis embestidas. Su pelo azul cayendo hacia el suelo. Sus nalgas agarradas por mis manos. Sin opción de quejarse.

Me dejo llevar, embistiendo sin parar. Llega al orgasmo, pero no me detengo. Simplemente sigo hasta que estoy satisfecho, lleno de qi. Ella en el suelo, jadeando recuperando la respiración. Aún tiene que limpiarme.

Quizás no la estoy tratando bien. Pero cada vez que recuerdo que pudo matar a Liang, me altero. A veces me pasa con Rui. Sobre todo si veo a Song deprimida por su pierna. Pero al menos Rui es fiel.

Como sea, la devuelvo cuando acaba. Me visto. Miro por una última vez a mi primer y último paraíso en este mundo. No sé si volveré. O si encontraré otro. Pero tengo esperanzas. Me doy media vuelta y cruzo el portal.

—————

La marca del portal se deshace en cuando aparezco. Solo puede entrar uno, y nadie más puede crear otro mientras está activo. Se puede entrar y salir durante un día. Pasado ese tiempo, cuando el que está dentro sale, el portal desaparece. Wan no sabe que pasa si te quedas más de un mes. Lo habían prohibido.

Lo que no esperaba es verme rodeado. Son cerca de diez. Deben de estar entre las etapas seis y ocho. No parecen tener buenas intenciones. Dejo las ropas y armas cerca de las chicas. Fruncen el ceño. Se visten y se preparan para entrar en acción. Esto puede ser peligroso.

Me pregunto si me habrán reconocido. No creo. Los estudiantes no se suelen fijar en los esclavos. Y ahora llevo ropa de estudiante. De todas formas, podrían reconocerme más adelante. Así que es peligroso dejarlos ir. Claro que el mayor problema es que nosotros salgamos con vida. Son más. Aunque nuestras cultivaciones deben de estar un poco por encima. No sé cómo serán sus habilidades en combate.

–¿Qué queréis?– pregunto, intentando ganar tiempo mientras ellas se preparan. Por ahora, ni siquiera tengo el bastón en las manos.

–Danos las plantas– exige la que debe ser su líder.

Es una mujer con el pelo corto, de color verde. De mi altura. Pechos medianos. Su expresión un tanto burlesca.

–¿Me dejaréis ir?

–Te daremos un muerte indolora– dice con arrogancia y desdén.

Tampoco cambia mucho las cosas. No le hubiera creído si hubiera dicho lo contrario.

–¿Y qué harás cuando venga mi grupo?– la amenazo.

–Ja, ja, ja. Llevamos dos días aquí y no hemos visto a nadie. ¿Crees que nos puedes engañar?– se ríe.

–Claro que no los has visto. Habíamos quedado hoy. Estarán llegando– miento.

Ellos se miran. Dudan. Parece que no se habían planteado esa posibilidad. La que me acabo de inventar.

–Acabemos con él rápido y salgamos de aquí, por si acaso– sugiere un estudiante de piel algo más morena, metro noventa, musculoso, pelo rubio oscuro rizado y con un pendiente en su oreja izquierda.

Ella asiente. Ordena a cinco que corran hacia mí. No hay espacio para más. A mi espalda está el árbol.

De repente, frente a uno que blandía dos espadas, aparece Song. Le clava la lanza inmediatamente. Era la táctica si le dejaba caer un pañuelo verde. Asestar un golpe de inmediato. Por sorpresa y aprovechando el mayor rango de la lanza. Simplemente es atravesado en el estómago. Su velocidad ayuda a ser empalado. Song parece algo sorprendida de que haya salido tan bien, pero enseguida se recupera.

Yi ataca con sus dagas a uno que llevaba una lanza. Había echado el brazo hacia atrás para atacarme. Al aparecer ella justo enfrente, no tiene tiempo de recomponerse. Las dos dagas se clavan. Se ve empujada un poco hacia atrás por la velocidad que llevaba. Inmediatamente, las saca de su víctima. Sin detenerse, le corta el cuello. Su oponente no ha podido reaccionar. Echa un vistazo rápido alrededor.

A Yu no la pongo enfrente. Sería peligroso para ella. Su adversario lleva la espada frente a él. Aparece en el lado contrario al que empuña la espada. Tarda medio segundo en reaccionar y atacar por el lado. Su adversario es más lento. A diferencia de Yu, él no estaba preparado para su súbita aparición.

A Shi también la pongo a un lado. El estudiante lleva dos espadas como ella. Podría ser peligroso. Así que dejo que me ataque, bloqueándolo con el bastón que saco de la nada. Solo entonces la invoco. Solo tiene que rematarlo.

A Rui la dejo en el suelo. La estudiante, que lleva también espadas, tropieza con ella. Rui se levanta rápido. Sorprendentemente, no la mata. La deja sin sentido.

Llamo entonces a Liang, que dispara hábilmente a quien señalo. A la líder. Usando "Flecha Espiritual", aplica qi. La flecha es bloqueada con facilidad. Liang solo está en la etapa uno. No es una sorpresa, solo pretendía distraerla.

Avanzamos los seis. Llamo a Ning para que ate a la que está inconsciente. Y prepare un escudo para proteger a Liang, por si es necesario. Esta sigue disparando flechas.

Yo avanzo hacia la líder. Debe de ser la más fuerte. Y yo ahora estoy dos niveles por encima de las chicas. Las gemelas avanzan juntas hacia dos estudiantes. Él es el rubio de metro noventa. Empuña un martillo. Ella casi igual de alta, lleva un hacha a dos manos. Me preocupan. Son rápidas, pero un golpe podría matarlas.

Shi se encarga de un estudiante pelirrojo que lleva una espada a dos manos. Tengo la sensación que lo conoce. Y que no le cae muy bien.

–Tú… eres…– tartamudea él, sorprendido.

Shi no responde, solo ataca. El momento de vacilación le da ventaja. Él apenas logra parar el ataque, de una espada, poniéndolo a la defensiva. Con "Danza de garza", se gira sobre sí misma, como si bailara, cortando el brazo de su enemigo con la otra espada. No es una herida profunda, pero le costará usar esa mano para blandir el arma.

Rui se lanza hacia un estudiante que usa dos hojas cortas que sobresalen del puño. No sé muy bien que son. Espero que esté bien, pero tengo bastante con preocuparme de mí.

La líder lleva dos bandas de metal en los puños. Me ataca con una patada, que detengo con el bastón. Se da media vuelta y me ataca con la otra pierna. Casi me da. Creo que está en la etapa ocho. Luego ataca con el puño, que logro parar. Tiene la iniciativa. Solo puedo defenderme.

De repente, se tira hacia atrás. Ha tenido que esquivar una flecha. Aprovecho para atacar con la punta, imbuyendo qi. Aún no lo acabo de dominar, es un poco rudimentario. Pero mejor que nada.

Ella se defiende con los brazos en cruz. Tiene unas protecciones en los antebrazos. A pesar de ello tiene que dar un paso atrás. Giro el bastón para atacar su pierna. La aparta hábilmente, dando otro paso atrás.

Como está desequilibrada, aprovecho para lanzar un golpe al estómago, por el lateral. El bastón sigue una trayectoria circular para ganar fuerza. Deja muchas aberturas. Pero ahora está lejos. No creo que pueda contraatacar.

Se agacha para parar el golpe con los dos antebrazos. Pero se ve obligada a usar uno para bloquear una flecha. Con solo el otro, no es suficiente. El golpe la lanza un par de metros hacia atrás. Se duele del antebrazo. El golpe llevaba mucha fuerza y qi.

Me pierde de vista mientras se duele. Una grave error. No es una combatiente veterana. Tampoco yo. Igual hubiera cometido el mismo error. Ataco con la punta del bastón. Apenas puede bloquearlo. Gran parte del golpe impacta en el estómago. Le doy otro golpe con el bastón en la cabeza. Cae sin sentido. No sé si está viva. Ahora me preocupan más los otros combates

Shi tiene su combate controlado. Su contrario apenas se sostiene en pie. Parece aterrado.

–Yo no quería. Perdóname…– suplica.

Supongo que es uno de los estudiantes que había abusado de ella en el pasado. Shi no escucha sus súplicas. La cabeza rueda por el suelo.

Yi y Yu se mueven entre los dos. Se van intercambiando. Tampoco es que sus enemigos sean capaces de distinguirlas.

–Maldita sea, dejad de moveros– maldice la estudiante, clavando el hacha en el suelo, volviendo a fallar.

Yi la ha esquivado. Yu aprovecha para clavarle una daga en la pierna, mientras el otro intenta impactar con el martillo. No estoy seguro, pero parecen estar divirtiéndose. Aun así, es peligroso. Un error puede costar caro. Sus dos enemigos están llenos de cortes.


Capítulo 53: Sometida

Song ha avanzado despacio hacia una estudiante que también lleva una lanza. Con mirada de desdén. Con aires de superioridad. De arrogancia. Lo hace para disimular que no puede andar bien. Al ir despacio, no se nota. Con esa actitud, lo disimula más. Su oponente parece dudar. Song la llama con la mano.

–Vamos, ¿tienes miedo?– la provoca.

La otra está entre asustada, ofendida y enojada. Pero no se decide a atacar. A Song le está bien. Así gana tiempo.

Rui tiene una pelea difícil. Su adversario es similar a ella. Los dos tienen algunos cortes. Liang decide echarle una mano. Este simplemente esquiva hacia atrás, sin dejar de mirar a Rui. Parece hábil. Yo me acerco por detrás al adversario de Yi. O al de Yu.

Shi va hacia la de Song. Song entonces da un paso hacia delante, tocando con su lanza la de su enemiga. La otra la mira nerviosa. Ve demasiado tarde a Shi, quien ataca letalmente al cuello.

Yo golpeo con fuerza y qi el costado del estudiante. Este se vuelve, dolorido y enojado. Yu aprovecha para clavarle una daga en la rodilla. Se vuelve hacia ella, pero ya se ha alejado. Le golpeo en la misma rodilla. Cae. Ataco su cabeza, rompiéndole el cráneo.

Yi se ha movido al otro lado, haciendo que su rival nos de la espalda. Yu la ataca por detrás. Intenta evitarla, pero Yi ataca por el frente. Y una flecha se clava en el hombro, no muy profundamente. Cuando me acerco, ya han acabado con ella.

Todos nos dirigimos al rival de Rui. Intenta retroceder, asustado. Pero está rodeado. Nos mira, perdiendo de vista a Rui por un momento. Ella aprovecha para clavarle una daga. Se desmorona. Debe de ser un punto vital.

Miro a Rui. Tiene varios cortes, pero ninguno parece grave. Asiento y la envío de vuelta para que descanse y se cure, circulando qi. Rong y Ning se encargan de recoger las armas. Hay incluso un par de anillos de carga. Algunas plantas, animales, ropa…. Les dejaré que lo miren con calma.

Guardo los cadáveres, una vez les han quitado las ropas o joyas.

–¿Estás bien?– pregunto a Shi.

–Sí. Ha sido liberador. Era uno de los que más me había hecho la vida imposible– explica Shi.

Espero que de verdad esté bien. Me es imposible saber que piensa. Solo nos quedan las dos estudiantes inconscientes. Ninguna parece herida grave

–No tenemos mucho tiempo. Las violas y torturas rápido. Si se someten bien. Si no, las matamos– sugiere Song.

El resto están de acuerdo. Incluso las gemelas. Han empezado a desnudarlas y atarlas. A estacas. Con las manos y piernas abiertas. La líder tiene un cuerpo musculoso, tonificado. Su piel morena en las partes expuestas. Las que tapaba la ropa, más claras. Es sexy.

La otra tiene la piel más bien clara. Pechos bastante grandes. Solo ligeramente más pequeños que los de Song. No muy alta. Su pelo castaño. Con dos trenzas a los lados. Muy sensual.

Les tiramos agua. En la cara y el cuerpo. Despiertan. Intentan moverse. Se dan cuenta de que están atadas. De que están desnudas.

–¡Maldita sea! ¡Soltadme! ¿¡No sabéis quien soy!? ¿¡Qué vais a hacer!?– se revuelve la líder.

La otra solo mira asustada con sus ojos marrón claro.

–Nos da igual quien seas. Nos has atacado. Tus compañeros lo han pagado con la vida. Vosotras tenéis la opción de ser sus esclavas. Ahora os va a follar. Si os portáis bien y obedecéis, viviréis. Si no, moriréis– explica Shi secamente.

–¡Maldita zorra! ¡No voy a ser una esclava! ¡Capullos! ¡Os mataré a todos!

–Toda tuya– me mira Shi, después de darle una patada.

Me acerco a ella. Una mano en su coño. Lo froto sin suavidad. Con qi. La otra mano sube por su estómago. Acariciando sus pectorales. Agarro cada una de sus pechos. Con fuerza. Su tamaño algo más grande que Shi o las gemelas. Luego los sacudo.

–¡Cabrón! ¡No me toques! ¡¡Aaaaaah!! ¡Maldito…!

Llego hasta su cuello. Intenta morderme. Pongo la mano en su barbilla. Forzando su cabeza hacía atrás. Inmovilizándola. La miro a los ojos. Me escupe. Shi la abofetea sin mediar palabra. 

–¡Déjame en paz! ¡Ahh! ¡Sácalos!– exige.

Acabo de penetrarla con dos dedos, ya empieza a estar húmeda. Aunque no quiera, su cuerpo responde. Intenta resistirse, apretando su coño. Solo consigue causarse dolor.

–Como quieras.

Los saco como me ha pedido. Me coloco sobre ella.

–¡No! ¡Eso no! ¡Te mataré! ¡¡AAAAAAaaaaah!! ¡Sal de ahí!– grita con dolor y placer.

La penetro. Su resistencia es inútil. Noto que he roto algo al entrar. Debía de ser virgen. Está bastante apretada. Le hago caso. Salgo. Y vuelvo a entrar. Esta vez más profundo. A la tercera, llego hasta el fondo.

–¡Aaaaah! Maldito ¡Aaaah! ¡Te mataré! ¡Os mataré… ! ¡¡Aaaah!! ¡… a todos! ¡¡HHAaaaaAH!!

–¿Y cómo piensas hacerlo?– la provoca Yi, cogiéndola del su pelo verde.

–Yo… ¡¡Aaaahhh!! Os… ¡Aaah! ¡Aah! …mataré ¡Aaahh! ¡AAaaah! No… ¡Aaaaah! Para… ¡Aaaaah! Para… ¡Aaaah! ¡HAAAaaH! ¡Aaaaah! ¡Mmmmmm! ¡¡¡MMMMMMMMMmm!!!

Aprieta los dientes para ahogar los gemidos cuando se corre. Toda ella tiembla. Su rostro desencajado. Desesperado.

–Pues parece que lo está disfrutando– la provoca Shi.

No la dejo descansar. Ella gime y jadea. Ya no intenta apretar como al principio. Solo aprieta los dientes. Pero aparte de eso, no estoy consiguiendo nada más. Puede tener miedo, pero no es suficiente para someterla. Quizás con más tiempo lo conseguiríamos. Pero tiempo es algo que no nos sobra.

La vuelvo a llevar al orgasmo. Me corro en ella. Su pecho sube y baja. Intentando coger aire.

–Oh, ¿quizás quedes embarazada? Será un niño fuerte– se burla Yi.

–¡¡Zorra!! ¡Esto no quedará así!

Yu la abofetea. Con fuerza. La hace sangrar. Parece que solo podemos intentarlo de otra forma. Me acerco a ella.

–Te doy una oportunidad más de someterte. Si no, será peor.

–¡¡Muérete!!

Suspiro. La cojo de la pierna y aplico qi. Pero no para darle placer.

–¡¡¡¡AAAAAAAAAAAaaaaagggggh!!!!– grita de dolor.

Subo hasta el estomago. Pongo mi mano sobre este. Ella vuelve a gritar. Sigo subiendo. Causándole dolor. En la espalda. Brazos. Manos. Cuello. Boca. Finalmente en los oídos. Casi pierde el conocimiento. Tiene lágrimas en los ojos. Pero no soy capaz de sentir lástima. No por alguien que iba a matarme hace un rato.

–¿Aceptas ser mía?

Ella niega con la cabeza, sin fuerzas para hablar.

–Voy a ver a tu amiga. Después te volveré a follar y torturar. Hasta que me canse. Entonces, si no aceptas, te mataremos. Piénsatelo.

La dejo con las gemelas y Shi. Liang y Song están con la otra. Me sorprendo al ver que la han desatado. Cuando me acerco, baja la cabeza y se arrodilla ante mí.

–Soy tu esclava, Amo– se somete.

No sé si ha sido por los gritos de la otra, o por Song y Liang. Puedo notar su lealtad. Puedo llevármela. Es, sobre todo, miedo.

–Es su primera vez. Sé suave– me pide Liang.

–No es tan mala chica. Es obediente. Nos la dejas como sirviente, ¿vale?– añade Song.

–Cómo queráis– accedo.

Ellas sonríen y se van con el resto. Nos dejan solos.

–Mírame. ¿Cómo te llamas?

–Ma… Lang– responde, mirándome con ojos suplicantes.

–Túmbate– le ordeno, señalando la cama que acabo de invocar.

Se muestra sorprendida, pero obedece. Su cuerpo rígido. Sus manos sobre sus pechos desnudos.

–Abre un poco las piernas. Aparta los brazos. Quiero verte.

Despacio y reticente, obedece. Se estremece cuando pongo mis manos sobre sus pies.

–Eres bonita. Tienes un cuerpo muy sensual.

Ella me mira. Un poco avergonzada. Muy asustada. Mis manos suben por sus tobillos. Sus muslos. Sus rodillas. Subo acariciando por sus rodillas. Tiembla cuando llego a sus nalgas, a su entrepierna. Cierra sus piernas de golpe. La miro. Las vuelve abrir, asustada.

Acaricio con suavidad su entrepierna. Se estremece cuando añado algo de qi. Subo por su abdomen. Su ombligo. Llego hasta sus pechos. Son suaves. Ella se muerde el labio. Gime cuando pellizco suavemente sus pezones con qi.

Jugueteo un poco con ellos antes de ir a sus manos. Son suaves. Mucho más que las de las esclavas. Aunque las de Shi y Song se han suavizado desde que están conmigo. Subo por sus brazos. Masajeo un poco sus hombros. Acaricio sus mejillas. Su pelo castaño.

–Realmente eres preciosa. Empecemos con un beso.

–Yo… Nunca…

–Aprenderás.

Nuestros labios se juntan. Ella no sabe muy bien que hacer. Me separo ligeramente de ella.

–Abre un poco la boca. Deja que entre.

Ella me mira confusa, pero obedece. Vuelvo a unir los labios. Poco a poco, mi lengua invade su boca. Primero juguetea con sus labios. Luego entra. Buscando la suya. La encuentro. Rígida. La acaricio con la mía. Hasta que empieza a moverse. Con mucha timidez.

Mientras, mi mano acaricia su pecho. Disfrutando de su elasticidad. Añado suavemente qi en pecho y lengua. Me vuelvo a separar de ella. Le sonrió.

–No tengas miedo. Sé más atrevida con la lengua. ¿De acuerdo?

Ella asiente. Respirando fuerte. La vuelvo a besar. Ella sigue mostrándose tímida. Pero intenta moverla un poco. Algo torpe. Miedosa.

Suelto su pecho. Bajo la mano, acariciando su estómago por el camino. Su vello púbico. Se estremece cuando llego a su entrepierna. Hace una amago de cerrar las piernas, pero se detiene.

Beso sus labios superiores y acaricio los inferiores. Su clítoris por encima, sin llegar a tocarlo. Pero estimulándolo suavemente con qi. Abro los labios de su vagina, pero no entro más allá.

Su cuerpo se estremece en un pequeño orgasmo. En otro. Y otro. Suelto su boca, que intenta coger aire. Que gime. Su cuerpo se arquea.

–¡Aaah! ¡¡AAAAaaaaAAHH!! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaahhhhHH!!!!– llega entonces al clímax.

La dejo recuperarse, mientras la miro. Sus ojos algo llorosos. Su respiración entrecortada.

–¿Estás bien?–

–Sí… Ha sido…– susurra ella.

–¿Cómo ha sido? Quiero oírlo– insisto que acabe la frase.

Ella aparta la mirada avergonzada.

–Increíble… Tanto placer… Amo…– confiesa.

–Ya estás suficientemente mojada. Pasamos al siguiente paso. ¿Preparada?

Ella me vuelve a mirar. Parece algo asustada. Pero asiente. Demasiado tímida para hablar. Me acerco y la vuelvo a besar. Responde un poco más apasionadamente.

–Buena chica. Intentaré ser suave. Dime si te hago daño– le sonrío.

–Va… Vale… Amo…

Puedo notar como su miedo ha ido retrocediendo. Como su sometimiento es más sincero. Más devoto. Hablarle con suavidad, con consideración, funciona con ella. No sé que le habrán contado Song y Liang. Pongo mi miembro en su entrada. La miro. Le sonrió. Ella se muerde el labio.

Introduzco la punta. Ella se estremece ligeramente. Mis manos cogen las suyas. Entrecruzando los dedos. Avanzo un poco más. Hasta notar una fina membrana. Voy añadiendo qi. No debería dolerle mucho. Está bien lubricada. Empujo un poco más, rompiendo la resistencia. Ella gime ahogadamente. No sé si de dolor o placer. Quizás de ambos. Sus manos aprietan las mías.

  Entro y salgo de ella con suavidad. Cada vez un poco más profundo. Estimulándola. Incrementando su placer. Si siente dolor, debería quedar eclipsado. La oigo gemir. Su boca abierta. Sus manos apretadas a las mías.

–¿Estás bien?

–S… Sí… ¡Ah! ¡Aahh! ¡Aah! ¡Aaaah!

–¿Cómo es? Descríbelo.

Ella enrojece un poco más.

–¡Aah! Está… dentro ¡¡Aaah!! Dentro de mí. ¡¡Aaaaah!! Se… mueve… ¡¡¡Aaaaaahhh!!! ¡Aah! ¡¡Aaah!! Se siente… bien ¡¡Aaah!! Casi no… duele… ¡¡Aaaah!! Da mucho… placer… ¡¡Aaaah!! ¡Aaaah! Amo es… increíble… ¡¡¡¡¡Aaaaahhh!!!!!

–También se siente bien dentro de ti– le respondo.

Sin previo aviso, la beso. Me gusta. Es dulce y obediente. Y es mía. No dejo de moverme en ella. Con suavidad. Volviendo a estimularla poco a poco. Dejando que el orgasmo sea cada vez más fuerte. Esta vez no se la oye gritar. Su boca está ocupada con la mía.

La dejo ir. Su lengua entrelazada con la mía aún fuera de su boca. Un hilo de saliva nos une cuando nos separamos. La miro y sonrió hasta que recupera el aliento.

–¿Quieres continuar?

Ella asiente. Totalmente roja. No sé si del "ejercicio" o de la vergüenza.

–¿Igual o más rápido?.

–¿Puede ser un poco más rápido? ¿Amo?– me pide.

–Por supuesto. Dime hasta donde.

–¡Aaaah!

Vuelvo a moverme por sorpresa. Inmediatamente acelero un poco más

–¿Más?

Ella asiente mientras se estremece. Con la boca abierta. Sigo acelerando, embistiendo en su coño antes virgen.

–Así… Amo… Un poco menos.

Cumplo sus deseos. Suelto sus manos. Con una, acaricio su pecho. Con otra, su mejilla.

–Puedes tocarme, si quieres– le sugiero.

Cuando la he soltado, parecía no saber que hacer con ellas. Tímidamente las lleva hacia mi pecho. Lo acaricia. Como fascinada. Cuando me acerco y la beso, las lleva a mi espalda. Puedo notar como se entrega a mí. Cada vez con menos miedo. A diferencia de Rong, se somete totalmente. A diferencia de Ning, no parece ser tan pervertida. A diferencia de Rui, es más dulce. Un poco como las chicas. Pero aún lejos.

La mantengo un rato al borde del orgasmo. Disfrutando de la estrechez de su vagina. De la suavidad de su piel. De mi nueva conquista. Hasta que no puedo resistir más. Bueno, quizás pueda, pero no quiero. La lleno y la dejo correrse. Más fuerte que los anteriores. Su cuerpo tiembla. Convulsiona. Sigo embistiendo y eyaculando en ella. En cada embestida, se estremece. Mi lengua saboreando su boca vorazmente. Mi miembro saboreando su vagina. Mis manos saboreando su piel. Sus suaves pechos.

La sigo besando mientras la lleno. Mientras se corre. No la suelto hasta un rato después. Nuestra saliva unida. Sus ojos húmedos. Su respiración entrecortada. La miro. No aparta la mirada.

–¿Estás bien?

–Ah. Ah. Sí. Ah. Creo que sí. Ah. Ah. Amo.

Me separo de ella. Apenas puede moverse. Saliva cae por su boca. Por su vagina, hay algo de sangre. Y semen. Toda ella sudando. Su pelo pegado sensualmente a su cara.

–Volveremos a hacerlo pronto. Por ahora descansa.

–Ah. Sí, amo. Ah.

–Te dije que fueras suave– me regaña de pronto Liang.

–¿Qué esperabas de él? Mándanos de vuelta. Vamos a tomar un baño– me mira Song.

Sus miradas me dicen que más tarde me van a exigir al menos lo mismo. Sus sonrisas, que no lo he hecho tan mal como dicen. Las dejo al lado de un pequeño estanque. Luego miro hacia la otra. Hay que darse prisa. Tenemos un largo camino de vuelta.


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