"Trinidad
—La helada cuchilla de mi espada encantada se despedazó contra la cabeza del monstruo. Sus escamas armadas eran demasiado poderosas para que la espada pudiera penetrar en absoluto. Sin mencionar que las vibraciones resultantes de la destrucción de la espada me recorrieron y casi me hicieron caer de la serpiente del pasillo.
—¡Mamá!
—¡Mamá!
—¡Mamá!
—¡Reina Trinidad! —Las cuatro personas escondidas en mi barrera mágica me llamaban frenéticamente mientras trataba desesperadamente de recuperarme. Me las arreglé, con apenas, para permanecer en la serpiente del infierno, pero ya no tenía mi espada conmigo.
—Podría ser capaz de reconjurarla, de traerla a mí otra vez, pero no funcionaría de todos modos, ¿así que para qué molestar? No, necesitaba pensar en algo más. Necesitaba averiguar qué iba a hacer. Necesitaba salir del camino antes de que la cola de esa serpiente me golpeara y me atravesara con sus largas espinas.