—R..R..R..Reece —ella jadeaba y sus ojos estaban nublados—. N..n..n..no p..p..par..pare.. Por favor, no pare, te necesito, te quiero.
—¿Realmente pensaste que iba a parar ahora, Trinidad? Diosa, no podría detenerme ahora aunque quisiera. Te necesito demasiado para eso —sentí que el control se me escapaba. Mi lobo quería salir, quería tomarla. Quería aparearse con ella por primera vez en mucho tiempo.
—Te quiero ahora mismo, Reece —el tono necesitado y ronco de su voz me quitaba el control y me endurecía aún más.
—Yo también te quiero, nena, realmente lo hago. Pero también lo desea mi lobo. Quiere salir. Quiere tomarte.
—Déjalo. No me importa. Podemos cambiar ambos —ella sonrió, un poco de luz regresó a sus ojos a medida que la niebla se desvanecía.
—No habrá más juegos previos si cambiamos —tenía que asegurarme de que ella supiera eso.
—Pensé que los juegos previos ya habían terminado de todas formas —ella sonrió y rió entre dientes conmigo.