Iris se aferró a Caña, mientras él la sostenía cerca de él y a pesar del viento frío, no sentía tanto frío.
Caña saltó de un edificio a otro y evitó a los guardias, mientras la fiesta seguía muy animada allá abajo. No era difícil evitar a los guardias, ya que no estaban en alerta máxima y estaban un poco mareados por el exceso de alcohol en su sistema. Sus ojos estaban fijos en la lujuriosa vista a su alrededor.
Iris echó un vistazo y vio que habían corrido a lo largo del palacio del rey hacia la puerta este, que les llevaría al pueblo. No sabía a dónde la llevaría Caña, ya que apenas le había hablado, pero ahora, se había acostumbrado a esto. Tampoco sabía por qué Caña la había llevado y sólo suponía que esto debía estar relacionado con una piedra mágica, ya que eso era lo único en lo que ella podría ayudarlo.
Una vez que llegaron al final del edificio, Caña dobló su cuerpo y la levantó en sus brazos, la llevó en estilo princesa y saltó al suelo.