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La batalla entre la Serpiente Azul y el enjambre de krill no duró mucho, pero fue el evento más aterrador que Sunny había visto desde que entró en la Tercera Pesadilla.
La Gran Bestia perdió completamente la razón mientras luchaba contra la legión de abominaciones viles. Azuzada por su furia, el agua hervía y se agitaba, a veces estallando en colosales fuentes de espuma escarlata, a veces levantándose en olas titánicas. La magnitud de estas ondulaciones era tan severa que toda la isla se balanceaba y oscilaba como un barco atrapado en el medio de una tormenta apocalíptica.
La cacofonía de rugidos iracundos y estruendos sónicos se fusionó en una letanía ensordecedora, hasta el punto de que tanto Sunny como Nephis se vieron obligados a taparse las orejas.