Con una leve sonrisa en su rostro, Nephis asintió y levantó su espada, apuntándola hacia él en señal de invitación. Sunny invocó el Pecado del Consuelo y adoptó una postura frente a ella. Desde la Costa Olvidada hasta el sótano de su casa en el apacible distrito de la terraza, habían entrenado juntos innumerables veces. Esta simple secuencia de acciones les era tan natural como respirar.
Sin embargo, hoy hubo una pausa incómoda.
Sunny se rascó la parte trasera de la cabeza y echó un vistazo al jian de jade.
—Eso... no va a funcionar, ¿verdad?
Nephis pareció llegar a una conclusión similar, mirándolo con timidez.
—No, ¿qué demonios... desde cuándo sabe emocionarse? Esto es demasiado adorable... —tosió.