En otra parte del campo de batalla, una espada hecha de pura oscuridad atravesó una figura hecha de un deslumbrante sol. El Caballero radiante tambaleó, mientras el Caballero tenebroso se mantenía en calma, mirándolo con dos ojos carmesíes indiferentes.
Santo torció su espada, y la oscuridad contenida dentro de ella parecía expandirse, devorando ávidamente el brillo de su enemigo. El Reflejo del Caballero del Verano se volvió más tenue y convulsionó, como si intentara gritar.
Sin embargo, no se pudo oír ningún grito.
La figura radiante se volvió lúgubre y translúcida. Un momento después, una red de grietas apareció repentinamente en la superficie de la luz moribunda y entonces, con un tenue sonido de espejos rompiéndose, el Reflejo explotó en innumerables fragmentos de vidrio plateado.
Santo retrajo indiferente su espada y cambió su mirada, buscando un nuevo oponente.
***