Después de que el Santo de la Sombra destrozara sin piedad al centurión de caparazón y confirmara la sospecha de Sunny de que no podría cultivarla de esa manera, no le quedaba mucho por hacer.
La noche aún era joven, pero ya había logrado su objetivo. Ahora, era libre de hacer lo que quisiera… sin embargo, no había muchas opciones disponibles en la ciudad maldita.
Podría seguir cazando, disfrutando del nuevo poder. Con el Santo de Piedra a su mando, Sunny sería capaz de bañar las ruinas en sangre de monstruos. Sin embargo, ese pensamiento, por más seductor que fuera, lo dejó inquieto.
Cazar en este lugar infernal requería paciencia y preparación. Sobrevivió tanto tiempo estudiando cuidadosamente los posibles campos de batalla con anticipación y estudiando a su presa desde las sombras para aprender sus fortalezas y debilidades, sin precipitarse en una pelea hasta que estuviera absolutamente seguro de que había una sólida posibilidad de victoria.