El corazón de Aaron casi se detuvo cuando Keeley salió del baño con una toalla turbante en la cabeza usando sus pijamas. Eran demasiado grandes para ella. Los pantalones estaban apretados al máximo, las piernas estaban enrolladas probablemente seis veces y la camisa le colgaba casi hasta las rodillas.
Aunque todavía lucía demacrada por todo el tiempo que pasó vomitando, él no creía haber visto jamás un espectáculo tan hermoso. Estaba aquí, en la casa que él compró pensando en ella, usando su ropa.
—¿Puedo tener un poco más de agua? —preguntó con un bostezo, restregándose los ojos adormilada.
Keeley usó Cuteness Involuntario. ¡Es súper eficaz!
Aaron asintió con un nudo en la garganta. No era justo que ella se viera tan adorable y él no pudiera hacer nada al respecto. Tenía que avanzar lentamente y ganarse su confianza, como un pequeño animal asustado.