Jasper soltó un profundo suspiro, su expresión llena de consternación. Estaba sentado en la cama, con los codos apoyados en las rodillas mientras se frotaba la frente. La apremiante pregunta de cuánto tiempo podía mantener a Ella a salvo, cuánto tiempo podían eludir a Sebastián, pesaba mucho sobre él. Tarde o temprano, Sebastián los alcanzaría. Pero antes de eso, Jasper quería asegurar la seguridad de Ella.
No le importaba su vida y muerte. En este peligroso campo, la muerte podía ocurrir en cualquier momento, y él se había preparado para abrazar la muerte con gracia. Sin embargo, la idea de Ella en peligro era una carga que se negaba a soportar. Su determinación para protegerla superaba el miedo a su mortalidad, y sabía exactamente a quién podía pedir ayuda en ese momento.
Mientras estaba allí, perdido en sus pensamientos, Ella salió del baño, luciendo refrescada y lista para partir. —Estoy lista —dijo ella, rompiendo el silencio.