Había pasado una semana. Jasper estaba sentado en su oficina, mirando su teléfono mientras marcaba el número de Elsa. Había estado tan ocupado últimamente que no había tenido tiempo de volver a la villa y encontrarse con su hermana. Se sentía culpable, pensando que la había descuidado. Esperaba que ella lo perdonara y que pudieran ponerse al día pronto.
Elsa estaba en el coche de Samuel cuando recibió su llamada. Hizo una señal a Samuel para que guardara silencio mientras contestaba el teléfono.
—Hola, Jasper. Estoy de camino al aeropuerto. ¿Dónde estás? No viniste a verme en toda la semana —se quejó, con un tono de decepción.
Jasper suspiró, frotándose las sienes. —Lo sé, Elsa. Lo siento. Hay algunos asuntos urgentes que debo atender —explicó, tratando de disculparse por su ausencia.
Elsa resopló. —Sí, sí, ya sé. Te has convertido en un hombre ocupado. Ahora necesito una cita para verte, supongo —Ella rió levemente, pero Jasper pudo notar un atisbo de decepción en su voz.