Cristóbal estaba inquieto, su mente consumida por preocupación y frustración. Todo el día había sido estropeado por la misteriosa desaparición de Britney, dejándolo al borde y incapaz de concentrarse en su trabajo. La incertidumbre en torno a su paradero había alimentado su ansiedad, y había intentado insistentemente contactarla, solo para encontrar silencio.
Recibió su llamada justo cuando su paciencia se estaba deshilachando, y rápidamente respondió, buscando respuestas y tranquilidad.
—¿Britney? ¿Dónde estás? ¿Por qué no puedo comunicarme contigo? —comenzó a preguntar ansiosamente.
Britney, al otro lado del teléfono, comenzó a llorar. —Lo siento, Chris... Cometí un error. Lo siento mucho. ¿Por favor me perdonas?
Sollozó y se secó las falsas lágrimas.