El suave resplandor de las luces del techo lanzó un halo iluminador alrededor del rostro de Cristóbal, acentuando las líneas surcadas en su frente mientras se concentraba en cada detalle. Los papeles esparcidos por el escritorio contenían información vital sobre el nuevo proyecto de Alejandro que pretendía utilizar como excusa plausible para su viaje a Singapur.
El tic tac del reloj en la pared parecía hacer eco del acelerado latido del corazón de Cristóbal, un recordatorio constante de la urgencia de la situación. Sabía que tenía que actuar rápidamente y con suma precaución, consciente de que su adversario era astuto y capaz de atacar en cualquier momento.
La mirada de Cristóbal parpadeó hacia una foto enmarcada de Abigail, su corazón dolía con una mezcla de anhelo y determinación. Definitivamente la sacaría de las garras de Sebastián.
Con determinación resuelta, Cristóbal formuló un plan que le permitiría maniobrar sin ser detectado por Sebastián, el maestro manipulador.