"Cuando Abigail salió del baño, lo vio sentado en el sofá adusto, leyendo una revista de negocios. Ella se sentía mejor ahora y quería ir a casa.
Abigail había pasado tanto tiempo en el hospital que ya no quería estar allí más tiempo.
—Quiero irme a casa —exigió.
—El médico le ha aconsejado que se quede aquí esta noche —Cuando habló, no apartó la mirada de la revista.
Ella resopló y se sentó en la cama desanimada. —Lo único que les importa es ganar dinero. ¿Por qué debería quedarme aquí si estoy bien? Si me siento incómoda más tarde, volveré para una revisión.
Empezó a quejarse. Cuando se percató de que él no estaba prestando atención a ella, se irritó.
—Dame mi teléfono —Ella le extendió su mano.
—No tengo tu teléfono —Él miró su mano.
Él pasó la página y siguió leyendo.
—¡No tienes mi teléfono contigo! ¿Puedes decirme dónde está? —Ella estaba asombrada.
Cristóbal cerró la revista y la miró. —¿Recuerdas cómo saliste corriendo de la casa? ¿Te llevaste tu teléfono contigo?