Abigail, por otro lado, salió corriendo del dormitorio y jadeó mientras se apoyaba en la barandilla. Cada vez le resultaba más difícil ignorarlo. Sabía que el calor de su deseo la derretiría como una vela.
Su determinación de evitarlo estaba disminuyendo.
¿Qué iba a hacer?
—Necesito salir de aquí rápidamente.
Fue a la cocina y le dijo a la empleada que llevara el desayuno de Cristóbal a su dormitorio antes de comenzar a preparar el almuerzo. Pensó que terminaría rápidamente de cocinar y se iría.
La empleada siguió su orden y luego fue a ayudarla.
Varios minutos después...
Se sobresaltaron cuando escucharon un ruido estrepitoso proveniente del dormitorio.
Abigail casi olvidó respirar, preocupada de que Cristóbal pudiera estar herido. Subió corriendo a su dormitorio y se detuvo en la puerta.
La escena que tenía delante la aterrorizó.
El suelo estaba lleno de fragmentos de vidrio, y la mano derecha de Cristóbal estaba goteando sangre.