"Cuando la raíz es profunda, no hay razón para temer al viento."
*****************
—¿Qué estaba haciendo? No lo sabía. Estaba siendo estúpida e infantil.
Volviéndose hacia Zamiel, lo miró donde estaba parado. Todavía tenía esa mirada oscura en sus ojos que a veces parpadeaba con una emoción desconocida. O quizás lo sabía, y por eso su corazón se saltó un latido. Se inclinó hacia adelante, colocando sus brazos en la valla, y la miró atentamente. Sus ojos se estrecharon, su mirada recorriendo la longitud de ella y luego oscureciéndose aún más.
—¿Qué haces aquí, Heaven? —repitió cuando ella no respondió.
Soy un hombre. Un demonio. Y tú eres una mujer. Las palabras resonaban en su mente. Sí. Era verdad. Él era un hombre. Su hombre, y ella era una mujer. Su mujer.
—Está lloviendo —dijo ella—. Me encanta la lluvia.
Estaba siendo irrazonable.
—Estoy seguro de que también llueve en casa —dijo él.
No parecía contento de verla.