Cielo dejó a su padre un poco confundido. ¿Estaba impresionado o no? Le daba sentimientos encontrados, pero sentía que no estaba muy contento. ¿Fue por la forma en que habló? ¿Fue irrespetuosa? ¿Fue porque dijo que él y el ejército Real estaban equivocados?
Suspiró. Estaba demasiado cansada para pensar en ello ahora, y demasiado hambrienta. Su estómago gruñó en su camino de regreso a la habitación de invitados. Su padre le había dicho que descansara. Él se encargaría de todo a partir de ahí. Confíaba en que encontraría la manera correcta de castigar al Rey y al Príncipe, así que no estaba preocupada.
—Su Alteza.
Cielo volvió la vista atrás para encontrarse con el General Kian acercándose a ella. Se inclinó antes de mirarla preocupado.
—Su Alteza. Me he preocupado por su bienestar —dijo.
—Gracias. Estoy bien —le aseguró—. ¿Usted está bien?
Asintió.
Había algo muy agradable en el General Kian y Cielo no podía determinar qué era.