—¿No te resistirás? —preguntó.
Zamiel clavó su mirada en los ojos verdes esmeralda de ella. Había inocencia y vulnerabilidad en ellos. Podía notar que no sabía mucho acerca del mundo y de sus personas. Había sido criada protegida y aprendió a amar y confiar. Y allí estaba él, conociendo y sintiendo nada más que resentimiento. Qué diferentes eran.
Por un momento, realmente pensó en obligarla. El impulso de morderla había sido tan fuerte que desvió su juicio.
—Yo... Yo... —¿Estaba dudando?— No lo sé —admitió.
Esto cambiaría las cosas si estuviera dispuesta a ser mordida. La marca no desaparecería tan rápidamente. La marca permanecía más tiempo cuando ambas partes consentían el vínculo.