Con el estallido final de energía del ataque de Johnathan aún resonando en el aire, los profesores presentes tardaron un tiempo en recoger sus mandíbulas del suelo. La atmósfera estaba cargada de un silencio apabullante, interrumpido sólo por el zumbido persistente del eco de la explosión.
"Un verdadero ataque", repetía el subdirector Milo, pasmado, mientras los ojos le brillaban con una mezcla de respeto y asombro.
La profesora de la clase E, Eloise Valdez, parecía un poco palidecida. "Johnathan", balbuceó, su voz apenas un susurro. "Eso fue... increíble."
Johnathan se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada, como si hubiera mostrado algo tan ordinario como un truco de cartas. "Es solo el principio, Profesora Valdez", dijo con una sonrisa confiada. "La fusión del Qi y el Mana, el Arcánum, tiene un potencial infinito. Solo es cuestión de cuánto puedes controlar y concentrar."
"Y parece que tú lo controlas a la perfección", observó Sindi, una sonrisa de admiración en su rostro.
"Práctica", replicó Johnathan, su voz llena de un tono de sabiduría que contradecía su joven edad. "La clave es la práctica y la comprensión. No se trata solo de acumular poder. Se trata de entenderlo, sentirlo y hacerlo tuyo."
Hubo un momento de silencio mientras cada profesor reflexionaba sobre las palabras de Johnathan. Frederick, que se había recuperado lo suficiente para ponerse de pie, miraba a Johnathan con una expresión de incredulidad y furia apenas contenida.
Sin embargo, la victoria del niño había sido clara y contundente. No había lugar para disputas. Incluso el director, un anciano de mirada aguda llamado Magnus, asintió con aprobación.
"Espero que todos ustedes hayan aprendido algo valioso hoy", dijo Magnus, su voz llena de gravedad. "Y espero que apliquen esta lección a sus propias enseñanzas y estudios. No menosprecien a los demás por su aparente falta de experiencia o juventud. Siempre hay más bajo la superficie."
Con estas palabras, la reunión se disolvió lentamente. Los profesores regresaron a sus respectivas clases, llenos de reflexiones y preguntas sobre el Arcánum y sobre la increíble demostración de habilidad de Johnathan.
A pesar de la humillación, Frederick no podía negar la habilidad de Johnathan. Se alejó, con la promesa de aprender más sobre el Arcánum y de vengarse de Johnathan.
Pero mientras tanto, Johnathan se quedó allí, sonriendo ante el nuevo día que se levantaba sobre la Academia Mágica. Estaba listo para seguir demostrando su valía y para abrir nuevos caminos en el mundo de la magia.
El amanecer brillaba sobre la Academia Imperial. Tras el tumultuoso desenlace del día anterior, un nuevo aire de expectación y asombro se había instaurado en los corazones de estudiantes y profesores. Se había difundido la noticia de que Johnathan, el niño prodigio, el vencedor del desafiante Frederick, daría una conferencia pública sobre la fusión de Qi y Mana, conocida como el Arcánum. Su reputación había crecido exponencialmente, y ahora era una figura reverenciada, vista no solo como un prodigio, sino como un innovador.
El aula asignada para la conferencia estaba llena hasta el borde, los estudiantes se apretujaban en los asientos, algunos incluso se sentaban en el suelo o se apoyaban en las paredes. Los profesores, usualmente distantes y autoritarios, se mezclaban entre la multitud, su curiosidad superando su orgullo. Todos estaban allí por una sola razón: el deseo de entender el misterioso Arcánum.
Johnathan se abrió paso a través de la multitud, su corta estatura y su rostro juvenil contrastaban con la seriedad y la dignidad con la que caminaba. Se subió a la plataforma y contempló el mar de rostros ansiosos. Sacó una pequeña taza de café de su bolsillo, la sopló y tomó un sorbo antes de comenzar.
"Antes de comenzar," dijo, su voz clara y resonante llenando el aula, "quiero dejar algo claro. El Arcánum, como algunos de ustedes lo llaman, no es una habilidad o una técnica. No es algo que puedas aprender de un día para otro. Es una filosofía, una forma de vida. Es el matrimonio perfecto entre el Qi y el Mana, la esencia misma de nuestra existencia como magos."
Habló durante horas, desgranando los principios básicos del Arcánum, explicando cómo el Qi y el Mana podían fusionarse para formar una energía más poderosa. Demostró técnicas simples, generando esferas de luz y pequeños tornados con la misma facilidad con la que una persona normal respiraba.
Pero lo más sorprendente fue cómo habló del Arcánum. No como un arma, sino como un camino hacia la comprensión de uno mismo y del universo. Habló con pasión y sinceridad, capturando la atención de todos y cada uno de los presentes.
Cuando finalmente terminó, el aula quedó en silencio. Luego, de repente, estalló en aplausos y vítores. Los estudiantes y los profesores se levantaron de sus asientos, aplaudiendo con entusiasmo y admiración.
Así comenzó el despertar del Arcánum en la Academia Imperial, una nueva era de comprensión y posibilidad, y Johnathan, el niño prodigio, estaba a la cabeza, guiando el camino con su sabiduría y visión.
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