En un día particularmente soleado, la Academia Mágica Imperial rebosa de energía y vitalidad, como un corazón vibrante en el vasto cuerpo del imperio. El aire está cargado de entusiasmo, expectación y nerviosismo, una combinación embriagadora que llena el alma y abre la mente. Mientras los estudiantes se apresuran a través de los pasillos adoquinados, hablando y riendo, la escuela es un hervidero de actividad. Es un día de aprendizaje, un día de descubrimientos, un día de posibilidades ilimitadas.
Hoy, en medio de todo este ajetreo, hay una tranquilidad particular en el aula del profesor Johnathan William. Situado en el corazón de la academia, este aula es un santuario, un oasis de calma y conocimiento. Aquí, los estudiantes no son sólo alumnos, sino también buscadores de la verdad, dedicados a descubrir los misterios del universo y a desentrañar los secretos de la vida.
Johnathan, después de su interacción con Donna, la hija del emperador, se prepara para otro día de enseñanza. Se despierta temprano, se ducha y se viste, y luego se dirige a su aula. Con un suspiro de anticipación, ajusta su túnica, repasa las lecciones del día y se dirige a su aula. Su mente está llena de ideas, de conceptos, de planes, todo en un esfuerzo por impartir el conocimiento a sus estudiantes de la manera más efectiva posible.
El aula de Johnathan es un torbellino de actividad. Los estudiantes, agrupados en sus diversos grupos de estudio, exploran los límites de su magia, mejoran su Qi, practican sus técnicas de esgrima y se adentran en el estudio de la armadura rúnica. La sala está llena de energía y entusiasmo, una atmósfera que pone una sonrisa en el rostro de Johnathan. A lo largo del día, el sonido del aprendizaje, de la discusión, del descubrimiento, llena el aire, un constante recordatorio del propósito de su trabajo.
Con paso decidido, entra en la sala, los estudiantes se callan y se vuelven hacia él. Su presencia es fuerte, su postura segura, su mirada intensa. Se dirige a ellos, desglosa las tareas del día y luego se pone a trabajar. Durante todo el día, vaga por el aula, supervisando el progreso de sus estudiantes, ofreciendo consejos y correcciones, siempre atento y atento.
La mañana se convierte en tarde y luego en noche. A medida que los estudiantes empiezan a salir del aula, Johnathan siente una satisfacción tranquila. Su trabajo, aunque agotador, es profundamente gratificante. Ve el progreso de sus estudiantes, su crecimiento, su evolución, y se llena de orgullo. Con un último vistazo a su aula ahora vacía, se dispone a irse. La luz de la luna brilla en el aula, bañando todo en una luz suave y tranquila, un testimonio silencioso del día que ha pasado.
Pero entonces, la puerta se abre y una figura familiar entra. Donna, con su elegante vestido y su expresión decidida, se dirige directamente hacia Johnathan. Su presencia es fuerte y segura, pero también hay una vulnerabilidad en su mirada, un deseo de aprender, de crecer, de ser entendida.
Con un saludo cordial, le pide que le enseñe a densificar su Qi, aunque ambos saben que ya es una experta en la materia. En su voz hay una suplica no dicha, una petición para ser reconocida, para ser vista no sólo como una estudiante, sino también como una mujer.
Johnathan, en lugar de negarse, decide seguirle la corriente. Después de todo, es evidente que hay algo más en la solicitud de Donna. Así que, durante la siguiente hora, la pareja trabaja juntos, con Johnathan explicando la teoría de la densificación del Qi y Donna escuchando atentamente, a pesar de que ya conoce el material. Pero mientras él habla, se da cuenta de que no está sólo enseñando, sino también aprendiendo, aprendiendo sobre Donna, sobre sus esperanzas, sus miedos, su humanidad.
A medida que la hora avanza, Johnathan finalmente decide abordar el elefante en la habitación. Con una sonrisa, señala que Donna ya es una experta en densificación del Qi y que su solicitud de enseñanza era, de hecho, una excusa para pasar tiempo con él. Sorprendida, Donna se ruboriza, pero no niega sus afirmaciones. En cambio, admite que había querido tener una cita con él y que, en lugar de ser directa, había recurrido a la excusa de aprender a densificar su Qi.
Riendo, Johnathan le asegura que no tiene problemas con tener citas, siempre y cuando no haya malentendidos o intenciones maliciosas. Agradecida y aliviada, Donna se despidió y salió del aula, dejando a Johnathan solo una vez más. Pero mientras la ve irse, se da cuenta de que esta interacción ha cambiado algo en él. Se siente más conectado, más vivo, más humano.
Mientras recoge sus cosas y se dirige a casa, Johnathan reflexiona sobre el día. Ha sido un día de enseñanza, de aprendizaje, de descubrimientos. Pero más que eso, ha sido un día de humanidad, de conexión, de comprensión. Y mientras la luna brilla en el cielo nocturno, se da cuenta de que está deseando ver qué le deparará el mañana.
La luz del sol se elevaba en el cielo azul cobalto, derramando rayos dorados sobre la ciudad de Grandoak, iluminando sus calles empedradas y techos brillantes. Los pájaros cantaban su concierto mañanero, un canto que resonaba con la vibrante energía del nuevo día. Un mes entero había pasado desde la sorpresiva visita de Donna a su aula.
La Academia Mágica Imperial, un espectacular palacio de mármol blanco y torres imponentes, estaba llena de actividad. Aquí, donde los estudiantes aprendían a controlar la magia y el poder dentro de ellos, la emoción era casi palpable. Había algo en el aire ese día, una mezcla de nerviosismo y emoción, un temblor de anticipación. Ese día marcaba la fecha del primer Pruebin del mes.
Los estudiantes de Johnathan, veinte en total, llenaron el aula con sus ojos ansiosos y energía burbujeante. Algunos mordían sus labios, otros tamborileaban sus dedos, y otros simplemente se quedaban sentados en silencio, inmersos en sus pensamientos. Sin embargo, todos compartían una expresión común de determinación, la chispa en sus ojos un testimonio de su resolución para superar cualquier desafío que se les presentara.
El Pruebin de este mes no era otro que el torrente de agua, un torbellino furioso de agua que se movía a velocidades asombrosas. Cada estudiante debía pasar por él, resistiendo la fuerza bruta del agua y manteniendo su enfoque a pesar de la abrumadora presión. Esta prueba no era solo de habilidad y resistencia física, sino también de voluntad y coraje.
Johnathan, su mentor y guía, los miraba desde el frente del aula, sus ojos llenos de orgullo y esperanza. Observó cómo cada uno de ellos se enfrentaba al torrente de agua, desafiando su fuerza y corriendo contra su corriente. Con cada salto, cada zambullida, cada grito de triunfo, la sala estallaba en aplausos y vítores.
El primero en presentarse fue Arnold Ashford, un chico de complexión delgada y estatura alta. Su cabello castaño oscuro y ojos brillantes emitían un aire de seriedad. Como miembro de la poderosa familia Ashford, Arnold era un Platino de dos estrellas, un título que no había llegado fácilmente.
La siguiente fue Freya Valeria. Su cabello rubio caía en ondas sueltas sobre sus hombros, y sus ojos azul zafiro brillaban con una inteligencia aguda. Como parte de la respetada familia Valeria, Freya ostentaba el título de Oro de cuatro estrellas.
Liam Steelheart era el siguiente. Su figura corpulenta y ojos grises intimidantes lo marcaban como un individuo formidable. Proveniente de la familia Steelheart, su nivel era Platino de una estrella.
Giselle Greenwood se presentó después, sus ojos verdes contrastando con su cabello cobrizo corto. Proveniente de la familia Greenwood, Giselle era una Oro de cinco estrellas.
Ethan Stormcliff, con su cabello castaño y ojos azules, era el siguiente en la fila. Nacido en la familia Stormcliff, Ethan era un Platino de dos estrellas.
Isabella Whitethorn, una joven de cabello oscuro y ojos azules intensos, se presentó a continuación. Como miembro de la familia Whitethorn, estaba clasificada como Oro de cinco estrellas.
Darius Blackwater, un muchacho alto con cabello negro y ojos color miel, fue el siguiente. Como miembro de la familia Blackwater, Darius ostentaba el título de Platino de dos estrellas.
Luna Moonshadow, una joven de cabello plateado y ojos color lavanda, también se presentó. Como miembro de la familia Moonshadow, Luna era una Oro de cinco estrellas.
Los siguientes en presentarse fueron miembros de las prestigiosas familias Goldwing, Firebrand, Thornheart, Windrider, Frostpeak, Sunbright, Ironfist, Stonefall, Silvershade, Swiftstream y, finalmente, Highgarden. Cada uno de ellos, en su turno, se presentó con orgullo, dando a conocer sus respectivas clasificaciones y estrellas.
Johnathan, al final de las presentaciones, no pudo evitar sonreír. Había visto a estos jóvenes crecer y evolucionar, y sabía que cada uno de ellos tenía el potencial de hacer grandes cosas. Estaban llenos de talento y determinación, cada uno con su propio conjunto único de habilidades y fuerzas.
"Bien hecho hoy", dijo con una sonrisa. Sus palabras, aunque sencillas, llevaban el peso de su orgullo y confianza en ellos. En su sonrisa había un indicio de satisfacción, la promesa de un futuro brillante para estos jóvenes talentos.
PTT: Pinche Johnathan Como te Odio XD
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