—Yo... no puedo creer que finalmente esté aquí —dijo Reno, mientras empezaba a besar su cuello suavemente, poco a poco.
—Sí, yo ta- ¡Qué demonios! —Yan rápidamente apartó al vampiro de encima de ella, con su gran fuerza, lo hizo estrellarse contra la pared del lado dejando una marca.
—¿Qué hice? —se quejó Reno.
Yan señalaba hacia la ventana de la habitación.
—Estaba ahí... Lo vi, había un niño pequeño —dijo ella.
Reno miró por la ventana pero no pudo ver nada, por si acaso corrió hacia la ventana y la levantó. Sacando su cabeza miró hacia la izquierda y la derecha pero no pudo ver nada.
Girándose, Reno sonrió.
—Está bien, no hay nada ahí, debió haber sido solo tu imaginación —la tranquilizó.
La mano de Yan estaba señalando, temblaba mientras ella podía verlo de nuevo, el niño pequeño mirándolos. Levantando la sábana de la cama, corrió hacia la puerta.
—¡No puedo hacer esto con un niño pequeño mirándonos! —gritó, saliendo por la puerta.