Los gritos resonaban constantemente en la mente de Layla cuando usaba el poder de la Espada Negra Celestial. No sabía qué gritos eran ni de quién, ni si todos los que usaban la espada experimentaban lo mismo o era porque ella era una Hannya y estaba más en sintonía con las emociones de los demás.
De cualquier manera, ella sabía que no era solo el gritar. Con cada grito, era casi como si estuviera experimentando el dolor de esa persona, lo que habían pasado. Todos esos sentimientos se precipitaban hacia su cabeza, ya fueran físicos o emocionales.
Era suficiente para hacer que algunas personas enloquecieran, incluso si habían experimentado este tipo de cosas por un corto tiempo, pero Layla era fuerte. Necesitaba controlar constantemente sus emociones para usar los poderes de la espada y su Verdadera forma de Hannya.