Abriendo lentamente los ojos, Quinn sintió que era el mejor momento que había tenido en mucho tiempo. Le recordó cuando era un adolescente y, los fines de semana, dormía hasta las tres de la tarde. No había nadie que lo despertara y lo molestara como sí les pasaba a otros. Desde que se convirtió, fue lanzado a todo este lío, sintió que no tuvo ni un solo día para descansar.
—Pensé que la vida era difícil entonces, y ahora mira esto—, pensó Quinn.
Se dio cuenta de que estaba en una cama, una que había llegado a reconocer como suya en el Castillo. Aunque un poco diferente ya que había sido reconstruida después de ser destruida por la batalla de Borden y Remus. Apenas era perceptible ya que todas las habitaciones eran bastante similares.
Una cama de estilo victoriano grande, con muebles antiguos y alfombras que estaban allí desde hace quién sabe cuántos años.