—Dioses, la vista es increíble, la comida es deliciosa, y finalmente puedo relajarme sin preocuparme por los niños o la guerra. —Selia llevaba un vestido de cóctel rojo para la ocasión que resaltaba su piel bronceada y sus extremidades esbeltas.
—Sin embargo, todavía hay algo que me molesta al extremo.
—¿Qué es? —Preguntó Protector mientras engullía su comida.
—Que conseguí el vestido de Kamila y estamos comiendo la comida de Lith en su torre. Me siento como una tacaña cuyo esposo no hace esfuerzo en sus citas. Vaya, desde que nos sentamos, has llenado tu boca sin decir una palabra. —Se quejó ella.
—De verdad lo siento, querida. —Protector dejó los cubiertos— Es solo que nada de esto parece real y no quería arruinar esta cita para ti.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó Selia.