Leegaain esperó a que Solus desapareciera antes de teletransportarlos a su destino.
—¿Por qué nos seguiste? Pensé que te quedarías en mi laboratorio con Shargein. —Preguntó a Salaark, quien todavía estaba a su lado.
—Cambié de opinión. Quiero conocer a nuestros vecinos. —La palabra "nuestros" nunca había sido tan aterradora, pero Leegaain fingió ignorancia y guió el camino.
Desde el exterior, el laboratorio lunar de Inxialot parecía una casa de tres pisos hecha de piedra con un techo inclinado de madera. Incluso tenía una chimenea que despedía humo. Era un lugar acogedor, ideal para escapadas románticas en lugar de investigaciones mágicas.
—Antes de que lo olvide, ¿hay estaciones en la luna? —preguntó Lith, al ver el techo inclinado.
—Sí. Como te dije, la luna y Mogar son uno y el mismo. Las estaciones siguen el mismo tiempo y ciclo aquí y allí. —respondió Leegaain.
La puerta de la cabaña fue abierta de golpe, dejando salir al señor de la casa.