—Excelente idea, Phloria. Aún no había pensado en eso—. Dijo Lith con una cálida sonrisa. —Veamos si- ¿Qué demonios?
Los Ojos se acababan de dividir en dos monóculos de piedra. Lith llevaba el primero, mientras que Phloria llevaba el segundo.
—¿Por qué no me dijiste que podías hacer eso?— Lith estaba desconcertado.
—¡Porque no tenía ni idea! Nunca intentamos entregar los Ojos a otra persona.—
La respuesta de Solus llegó tanto a él como a Phloria gracias al enlace mental invisible que los Ojos creaban al contacto con su usuario.
—Por los dioses, Solus. No sólo la carga se divide ahora entre los tres, sino que también podemos comunicarnos de forma segura con un enlace mental sin ser detectados. ¡Tu madre era una jodida genio!— Dijo Phloria mientras escaneaba los alrededores.