—¡Eres mío! —Gremlik fue a por la muerte, desencadenando otro hechizo de nivel cinco, Segador Silencioso.
Un tornado pequeño apareció alrededor de Kalla, rodeándola por todas partes. Sus bordes giraban lentamente, cortando todo lo que tocaban hasta convertirlo en polvo fino. La magia voladora era inútil y Erlik seguía bloqueando la magia dimensional, dejándola sin escapatoria.
—¡Lith! —gritó Phloria mientras pateaba al ghoul que la había atacado. La poción que había ingerido anteriormente le permitía luchar a la par con los no muertos, pero no podía defenderse a sí misma y a Kalla al mismo tiempo.
La criatura gruñó, usando sus uñas venenosas para cortar la pierna aún extendida de Phloria en respuesta. La mordedura y las manos de un ghoul eran sus mejores armas. Secretaban un veneno paralizante que dejaba a sus víctimas indefensas y condimentaba su carne.