Después de que terminó la sesión de entrenamiento, Friya, Quylla y Orión pasaron un rato más juntos en el parque cercano. La Casa de Ernas tenía dos áreas de entrenamiento. Una en interiores, para practicar durante mal tiempo o realizar simulaciones de combate en diferentes escenarios.
Las paredes y el techo estaban encantados, permitiéndoles cambiar de forma para recrear cuevas, pasillos estrechos o habitaciones pequeñas.
El otro estaba ubicado detrás de la casa. Era un gran claro sin vegetación ni mobiliario fuera de los muñecos de entrenamiento. Era el lugar perfecto para practicar magia y técnicas de espada al aire libre bajo diferentes condiciones climáticas, con total libertad de movimiento.
—Papá, hay algo de lo que necesito hablar contigo. —Friya se sentó en el suelo frente a él con una expresión triste en su rostro. Orión podía decir que había algo que la atormentaba.