Wanemyre no se perdió las miradas de envidia, volviendo de inmediato a ser quien era antes. Golpeó su mano sobre un escritorio, produciendo un sonido ensordecedor y atrayendo la atención de los estudiantes hacia ella.
—En lugar de perder el tiempo mirándolo a él, ocupense de su propia tarea. Tú, allá arriba. —Señaló a una chica de cabello rojo, sentada en unos escritorios detrás de Lith.
—Dije que fueran delicados con las hojas. Si sigues así, se arrugarán. —En su defensa, solo apretaba las manos con frustración. El problema era que había olvidado por completo lo que estaba haciendo.
—Y tú. —Wanemyre señaló a un chico delgado sentado justo frente a ella.
—No cambias el agua lo suficientemente seguido. De esa manera, no estás limpiando la Escarcha de Rocío, solo mueves la suciedad de un lugar a otro.—
Los dos estudiantes se apresuraron a corregir la situación siguiendo las instrucciones de la Profesora.