Ya era mediodía.
Cuando Zess llamó a Wendy para almorzar, se dio cuenta de que había estado en su teléfono durante las últimas dos o tres horas.
Wendy se frotó el estómago y se dio cuenta de que, efectivamente, tenía hambre.
Se acercó a la mesa del comedor y dijo con una amplia sonrisa:
—Gracias por tu duro trabajo, Zess.
Zess sonrió, diciendo:
—No lo menciones. —Vio la expresión de Wendy y le preguntó con curiosidad— ¿Por qué pareces tan feliz?
Wendy tomó asiento y Zess le preparó los cubiertos.
Cogió los palillos y tomó algunas verduras mientras preguntaba,
—¿Es tan obvio?
Viendo lo feliz que estaba Wendy, Zess también se sintió igual de feliz. Dijo:
—Tienes una sonrisa tan grande. Ha pasado un tiempo desde que te he visto sonreír tan felizmente.
Wendy levantó la mano y se tocó la cara, diciendo,