Un impulso incontrolable de estallar en risas brotó en su interior. Sentía como si el universo le hubiera jugado una cruel broma, convirtiendo la historia de su vida en una farsa cómica.
¡Maldita sea!
Scarlett tomó aire profundamente y desvió su mirada hacia Teodor, quien parecía aún pensativo, evitando deliberadamente mirarla a los ojos.
—Theo, mírame —insistió Scarlett, necesitando respuestas a las repentinas preguntas que llenaban su mente. No podía quitarse las sospechas de que Teodor estaba soltando tonterías para ganarse su simpatía. Para que ella no lo matara.
Sus ojos se encontraron, y una extraña sensación recorrió a Scarlett. Fue entonces cuando notó la sorprendente similitud en el color de sus ojos y cabello.
Su corazón se aceleró al instante cuando un pensamiento inquietante cruzó su mente. Sin embargo, lo descartó rápidamente, moviendo lentamente su cabeza y sonriendo en silencio. Era imposible.