—Mm, ¿a quién quieres robar esta vez?
—Ah, ah, no lo digas así. Me haces sentir como si fuera una ladrona o algo así.
—¿Oh? ¿Entonces a quién quieres robar?
—¡Cereza!
—Jajaja … Bien, ¿para qué necesitas mis habilidades expertas?
—Ahora estás sonando como mi esposo. Jeje … Verás, olvidé algo de dinero en la cuenta de la ex Primera Dama. Quiero que me lo recuperes —dijo, sonriendo como una niña.
Maverick la volteó para que pudieran dormir lado a lado. Su peso estaba acabando con él. Con su codo en la cama y su palma apoyando su cabeza, preguntó:
—¿De verdad? ¿Cuánto?
—Eh, no puedo recordar. Sabes, cuando dejé el dinero en su cuenta, todavía era poco. Luego el dinero empezó a crecer. No puedo decir exactamente cuánto es, pero sé que son decenas de miles de millones —dijo ella, rodeando su cintura con sus manos mientras olía su dulce perfume.
—Increíble. Señora Lu, ¿debería empezar a asustarme de que mi dinero ya no esté seguro?