Saliendo del baño después de un rato, Maverick encontró a Jeslyn todavía acurrucada en la cama. Él era quien debía estar enojado por su desconfianza, pero ¿por qué ella seguía actuando como una niña mimada?
Aunque pensaba así, sus largas piernas lo llevaron a la cama y sus manos se extendieron para recogerla en contra de su voluntad. Jeslyn pensó en resistirse, pero su cuerpo no reaccionó en sincronía con su mente.
—Suéltame —aunque lo dijo en un susurro, su cuerpo estaba encontrando un lugar cómodo para descansar.
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres una niña mimada? —preguntó con los labios fruncidos. Su voz sonaba sin alma, pero sus ojos no estaban enojados.
Jeslyn olisqueó aunque no estaba llorando, —mi abuelo lo hizo, pero supongo que nadie te ha dicho que eres molesto.
Maverick negó con la cabeza, —no tuvieron la oportunidad. Ve a refrescarte o te pondrás pegajosa.
—No necesito que me lo digas —ella rodó los ojos.
—Hmm... es cierto. Prefieres que lo diga Valen...